Mearse en la sopa del Caudillo

La cena | Crítica

Mario Casas y Aberto San Juan en una imagen del filme de Manuel Gómez Pereira.
Mario Casas y Aberto San Juan en una imagen del filme de Manuel Gómez Pereira.

La ficha

*** 'La cena'. Comedia, España, 2025, 105 min. Dirección: Manuel Gómez Pereira. Guion: Joaquín Oristrell, Yolanda García Serrano, M. G. Pereira. Fotografía: Aitor Mantxola. Música: Anne-Sophie Versnaeyen. Intérpretes: Alberto San Juan, Mario Casas, Asier Etxeandía, Eva Ugarte, Nora Hernández, Óscar Lasarte, Elvira Mínguez, Carmen Balagué.

Adaptación de la pieza teatral La cena de los generales (1998) de José Luis Alonso de Santos, La cena supone el regreso de la colaboración entre los guionistas Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano y el realizador Manuel Gómez Pereira después de aquellos éxitos populares del cine de los noventa y primeros dos mil (El amor perjudica seriamente la salud, Desafinado, Reinas) con un astuto ojo puesto en la relectura paródica de los acontecimientos y personajes históricos que hiciera Tarantino en Malditos bastardos aunque sin perder de vista la vieja idiosincrasia celtibérica.

El resultado es un vodevil bastante bien engrasado, conducido e interpretado que especula con una cena del Caudillo en el Hotel Palace justo después de acabar la guerra, una cena entendida como campo de batalla y enredo agridulce para sacar punta a los estereotipos cómicos de las dos Españas enfrentadas y hacer desfilar arriba y abajo a los tipos, todos perdedores al fin y al cabo, de aquella Guerra Civil que aún coleaba (y colea) en el ambiente.

Gómez Pereira asume el espacio escénico único y su libreto como teatro de apartes y saca brillo a unos actores siempre en el tono y el registro adecuados, desde el teniente a regañadientes que encarna Mario Casas al director del hotel con pluma retraída que interpreta Alberto San Juan, pasando por un puñado de excelentes secundarios (Exteandía, Lasarte, Balagué) que ponen el hormigueo coral y la salsa para un menú que, no por menos previsible, deja de estar bien cocinado y servido hasta los postres. Sobran, eso sí, algunos subrayados y algún anacronismo de más, pero La cena nos hace rememorar las calidades perdidas de un cine popular de vocación neoclásica con tantas ganas de taquilla como esmero y oficio en la presentación del producto.

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