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Raúl Rodríguez. Músico

"Tenemos un legado poderoso, pero debemos aportar algo"

  • El músico presenta su primer trabajo en solitario, 'Razón de son', donde conviven el rigor y el disfrute.

Raúl Rodríguez ha agotado las entradas para su concierto de mañana en Sevilla -en La Sala, Plaza del Pumarejo-, donde presentará su primer trabajo en solitario, Razón de son, un disco en el que aúna la sabiduría de lo aprendido con esa sensibilidad innata que exhibe en sus actuaciones. Le aguardan dos citas más esta semana: el viernes hace escala en Málaga, en La Cochera, y el sábado, "el día de los enamorados", se entregará a un escenario bien querido para el músico, Morón de la Frontera, donde visita el Teatro Oriente.

-En el disco, usted incluye textos en los que explica la investigación que hay detrás de cada tema. En Razón de son están el Raúl Rodríguez compositor e intérprete, pero también el antropólogo preocupado por el rastro de lo humano.

-Se trata de unir los contrarios, de aproximar dinámicas que parecen irreconciliables, como la razón, que va asociada al rigor, al estudio, la documentación histórica y la desmitificación de muchas de las novelas que nos han contado, y por otro lado el son, el disfrute, la creatividad, lo lúdico, la bohemia y la experimentación. Se trata de reunir esas dos naturalezas, cada uno tiene que poner de acuerdo a su Apolo y su Dionisos interior.

-Hablando de contrarios, en su álbum hay un diálogo muy interesante entre tradición y reinvención. "A menudo", dice, "la búsqueda de fuentes nuevas se encuentra en los mapas antiguos".

-Hay que retroceder hacia el futuro, que es una expresión preciosa del poeta Yeray Rodríguez. Ahora que no sabemos quienes somos, a ver si averiguamos quienes fuimos para investigar quienes seremos. Estudiar la Historia para decidir qué camino tomamos. Yo entiendo que la tradición es creativa. Si uno estudia el pasado se da cuenta de toda la invención de instrumentos, de géneros, de melodías que hay ahí. Por eso los artistas debemos ser imaginativos, debemos crear. Hay que decirle a nuestra generación que está recibiendo un legado muy poderoso, pero también hay que aportar algo.

-Una de sus aportaciones, en este sentido, sería el punto flamenco.

-Por ejemplo, sí, sería una propuesta de palo nuevo, una síntesis entre la tonada del punto guajiro que se canta en Cuba para improvisar en décimas y el compás de la bulería y de la guajira flamenca. Como una especie de herramienta para que podamos cantar décimas en bulerías y que, si alguien tiene capacidad para improvisar, que las improvise.

-Entre las piezas hay un fandango indiano que usted ha compuesto.

-El Diccionario de Autoridades de 1732 habla del fandango como un baile que viene de las Indias, que es festivo. Parece ser que todo empezó como un zapateado que hacían los esclavos negros en homenaje a sus antepasados, obligados a taconear en las cubiertas de los barcos para mantener el tono físico y llegar a puerto y ser vendidos como tipos atléticos y no famélicos. Ese ritmo llegó aquí, fue una danza que se expandió rápidamente, y ya compusieron fandangos Scarlatti, Boccherini, el padre Antonio Soler o Mozart en Las bodas de Fígaro. Luego esa danza afrocaribeña se mezcló con seguiriyas, con jotas, y se hicieron las variantes riquísimas que tenemos hoy de fandangos. Yo quería retomar los orígenes y crear una canción que pudiese haber existido.

-En otra de las canciones da voz al Negro Curro, una figura muy desconocida.

-Hay una cosa muy bonita que decía Federico García Lorca, que para conocer Andalucía de verdad uno debe ir a América. Allí te encuentras de una forma muy viva mucho de la cultura que partió desde aquí, y nosotros tenemos mucho de su cultura de una forma muy inconsciente. Curro es como se llama al andaluz en Cuba, y los negros curros eran negros completamente sevillanos, que hablaban castellano y no tenían ningún rasgo de africanía. Eran pícaros preflamencos, con camisas de lunares, pañuelitos al cuello, un carácter chulesco y retador. Me pareció fantástico contar la historia que ellos nunca contaron.

-Recoge una composición de la música cubana Marta Valdés, por la que expresa una gran admiración, también un cariño personal. Es una más de los muchos maestros, para la música y para la vida, que ha encontrado en su carrera.

-No sólo trabajando. Crecí en los años 70, era la época de Veneno, Pata Negra, Smash...Tenemos que recuperar esa libertad de entonces y tomar el arte con ese grado de valentía.

-Y en la obra también hay un recuerdo para Morón.

-Es que para mí es un lugar especialmente amado. Viví unos años increíbles allí y aprendí los secretos más grandes del flamenco. Me da mucha alegría que acabemos la gira en Morón.

-Voy caminando a ciegas / y no sé adónde ir, reconoce en una de las letras, en la que comparte con el público los desvelos del proceso creativo.

-He empezado a componer a los 40 años, que es tarde. Ya es una edad en la que uno sabe lo que ignora. Has perdido el arrojo de la juventud y uno tiene que calibrar bien lo que quiere expresar y aprender. Me apetecía compartir esa dinámica aparentemente sobrenatural pero también muy prosaica. Era también una forma de homenaje a los cantautores con los que he trabajado, maestros tremendos como Kiko Veneno, Santiago Auserón y Javier Ruibal.

-Para este disco no se ha desvinculado de Martirio, su madre.

-Tenemos una relación muy fructífera, pero también muy permeable. Hacemos muchas cosas diferentes y cuando nos juntamos compartimos la experiencia. La petenera es un cante popular, que habla de la memoria, de la transmisión oral. Su voz era ideal para ese pasaje de las voces de las sirenas, para una canción que habla del mar y de la mujer como centro de la música y cultura popular.

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