Rafael Oliver: "Fernando Mansilla era un trovador callejero. Escribía sobre lo que veía"
Homenaje
El documental 'Libertino', que se estrena este martes en el Teatro Alameda de Sevilla y que puede verse en Canal Sur, aborda la figura polifacética y genial del músico y escritor, fallecido hace cinco años
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Tras su estreno el pasado sábado en Canal Sur, en cuya página se puede ver todavía, este martes llega al Teatro Alameda de Sevilla Libertino (Zion Producciones) del cineasta Rafael Oliver, un emotivo recorrido por la singular trayectoria del inclasificable creador multidisciplinar que fue Fernando Mansilla (Barcelona, 1956; Sevilla, 2019), del que acaban de cumplirse cinco años de su fallecimiento.
–¿Cómo llega a Fernando Mansilla?
–Conocí a Fernando Mansilla hace algunos años a través de una amiga común y desde entonces tuve la suerte de compartir con él conversaciones, botellines helados y algún fin de semana en la playa de Bolonia, donde veraneaba con Lola, su mujer. Pasamos muchas horas en la Alameda conversando sobre lo cotidiano, lo divino, lo humano y dos de sus más grandes pasiones: la música y las literatura.
–¿Cómo calificaría Libertino: homenaje, reivindicación o interpretación de Fernando Mansilla?
–Libertino es, sobre todo, un documental sobre la vida y la obra de este polifacético artista que quiere ser un homenaje a la persona, al personaje y a toda su trayectoria creativa. A través de entrevistas a personas que trabajaron con él, amigos, compañeros, admiradores, conocidos, familiares y vecinos, llegamos a conocer a un Fernando Mansilla muy cercano, muy profesional, muy dedicado a su arte y su música.
–¿Su indefinición como creador es tal vez su mejor definición?
–Fernando Mansilla siempre fue difícil de clasificar, artísticamente hablando, ya que, como se suele decir en el argot callejero, “tocaba todos los palos”. Pero quizá, para aquellos que no le conocieron, podría decirse que era un artista que se sentía cómodo en todos los géneros. Leía mucho y escuchaba todo tipo de música. Le gustaba estar al tanto de todas las nuevas creaciones y siempre estaba pensando en algún personaje o historia que llevar al papel.
–Resulta llamativo como Mansilla llega a la modernidad desde su propio camino, y no por asimilación o influencia. Por ejemplo, al spoken word.
–Era una persona muy culta e inquieta creativamente. No le tenía miedo a nada, le gustaba innovar y adaptarse a cualquier género que tuviera a su alcance, música, teatro, poesía o narrativa. En el caso del spoken word, cuando ya se estaba empezando a hablar de ello en la escena andaluza de la época, Mansilla hacía tiempo ya que lo trabajaba bajo el nombre de Rapteatro. Le gustaba crear historias, representarlas y narrarlas mientras la música de Los Espías (la banda que habitualmente le acompañaba) cerraba el círculo dibujando una atmósfera de película.
–En la obra de Mansilla es fácil percibir una innata capacidad para contar e interpretar la realidad.
–Era un auténtico trovador callejero. Escribía sobre lo que veía, sobre lo que pasaba delante de su mirada, sobre lo cotidiano: un mechero prendiendo un cigarro, un gorrilla aparcando coches, una mujer vendiendo romeros… como él solía decir: “Todo es puta poesía”.
–En su novela Canijo (El Rancho, 2013 y posteriormente reeditada por Barrett, 2022), por ejemplo, demuestra cómo se puede llegar a la marginalidad desde planteamientos/elementos clásicos, que casi se puede entender como una constante en su obra.
–Canijo es quizás su obra más completa y reconocida. Una novela en la que Mansilla nos sumerge en lo oscuro y nos impregna de suciedad, de vicio, nos abre la puerta de un mundo marginal lleno de yonquis y droga, donde el trapicheo, el alcohol y la noche conviven con la música y la camaradería de los personajes que cohabitan en un submundo a veces invisible, en el que se lucha por subsistir y sobrevivir. Canijo es un viaje turbulento hacia el vacío, la derrota y cruda realidad.
–Llaman la atención muchos planteamientos de Fernando Mansilla respecto a temas muy concretos, como el éxito, el tiempo libre, la independencia, etc.
–Para Mansilla lo más importante era disponer de su tiempo para hacer lo que le gustaba. Presumía de no tener jefe y de no importarle la fama ni el dinero. Él necesitaba esos momentos a solas para poder pensar, leer, escribir, componer y escuchar música. Nunca quiso saber qué era eso de tener prisa y mucho menos estrés.
–¿De todos los Mansillas que conocemos, con cuál se queda, el poeta, el actor, el rapero, el narrador, el músico…?
–Si tuviera que escoger me quedaría con el Mansilla escritor, aunque es difícil pensar en un solo Mansilla. Basta recordar su voz profunda y grave, su mirada, su sonrisa, sus letras o su elegante pasear con sombrero y abrigo negro para darse cuenta que estamos ante un auténtico artista, en todas sus acepciones. Fernando siempre ha demostrado una versatilidad propia de un espíritu indomable, una especie de guerrero solitario, cuyo único enemigo era el aburrimiento.
–¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de todo lo que ha conocido/descubierto de Fernando Mansilla?
–Su bondad y generosidad, su carácter afable, su visión de la vida y su creatividad infinita. A Fernando Mansilla nunca le oías hablar mal de nadie y siempre tenía una moneda en el bolsillo para cualquiera que se le acercara pidiendo. Conversador incansable, tertuliano en bares y terrazas, amigo de todos.
–¿Cómo fue el proceso de rodaje, relación con familia, con amigos y conocidos?
–Libertino se rodó en varias localizaciones, como la playa de Bolonia, Huelva o Sevilla, donde se entrevistan a personas relacionadas con Fernando y su obra. El rodaje ha sido una experiencia muy gratificante, llena de momentos emocionantes contados por personas que le conocieron. En el documental exploramos cómo fueron sus inicios, sus primeras obras, sus distintas fases creativas, sus espectáculos, discos, poemas, relatos y novelas. Vemos, además de su lado más artístico, callejero y canalla, su yo más personal, íntimo y cercano.
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