No estoy de frente | Crítica de teatro

A este mundo le ha llegado la menopausia

Maripaz Sayago en una foto promocional de su último trabajo

Maripaz Sayago en una foto promocional de su último trabajo / Jurado fotógrafos

En la entrevista que Braulio Ortiz le hizo a MariPaz Sayago en este periódico con motivo de su actual estreno, la actriz se refería a su carrera profesional con estas palabras: “Pasaban los años, y la verdad es que ni siquiera yo sabía qué dirección debía tomar. Pero, a la vez, al no tener un objetivo claro, como el de ser mujer de rompe y rasga y cuidarse para ese perfil, yo podía ser nada y al mismo tiempo serlo todo. A lo que me he dedicado es a ser un camaleón. ¿Qué necesitan aquí? Una señora que hace esto. Pues voy a ver si dentro de mí hay algo que se le parezca. Y así he ido de un lado a otro, tanteando posibilidades, creciendo. Ha sido una fortuna, pero sólo me he dado cuenta con el tiempo".

No podía dejar de pensar en estas frases viendo el ingente trabajo que la Sayago realiza en No estoy de frente su primera obra como productora, autora, junto a Chiqui Carabante, e intérprete.  Una comedia dura y chocante que tiene momentos de verdadera hilaridad pero con una meticulosidad que demuestra que esta mariposa llamada MariPaz ha utilizado muy bien el tiempo que ha pasado como crisálida.

Con la fórmula de la autoficción, la obra está basada en hechos reales que ha vivido la propia  actriz, se aborda un tema que es difícil encontrar en los escenarios, la menopausia y los inmensos trastornos que  ocasionan a la inmensa mayoría de las mujeres. Y aunque se parte del climaterio la obra dirigida y coescrita con Chiqui Carabante aborda la muerte, la invisibilidad del edadismo, la familia, la enfermedad, todos temas muy serios pero que la vis cómica de la Sayago y el humor corrosivo de Chiqui Carabante y la sabiduría de Paco León, que también se incorporó a la dirección en el último tramo de la producción,  hacen que asistamos a una comedia existencialista pero disparatada por momentos.

Eterna e imprescindible en pequeños papeles, Canal Sur le otorgó el Premio a la Trayectoria Profesional en el pasado Festival de Cine de Sevilla y solo hace una semana recibió el Premio Carmen como mejor actriz de reparto por la película Mamacruz, MariPaz Sayago ha roto la maldición del patito feo convirtiéndose en un referente de la escena teatral andaluza amada por el público y, sobre todo, respetada por sus compañeros y compañeras.

Parecía que lo tenía presente cuando ideó esta reivindicación de la mujer por encima de la edad y de la maldición ‘menopáusica’. Hay algo de ajuste de cuentas con su pasado y con la desagradable experiencia de pasar por un quirófano para que te extirpen el útero. Pero nadie como ella es capaz de sacarle tanto provecho a esta situción cantando unas sevillanas utilizando unas tijeras como castañuelas, uno de los momentos más espectaculares de la función.

Hace gala de su capacidad para el teatro gestual con la escena familiar de su madre, su tía y ella misma cuando van a depositar las cenizas de su difunto padre que se suicidó ‘como solo sabe hacerlo un sevillano’ (otro de los muchísimos gags que recorren esta obra dramática con la anestesia del humor).

El escenario de Pablo Chaves, un espectacular trenzado en medio del escenario que le sirve para salir transformada y la generosa música de Depipio complementan un espectáculo que estará 12 días en el Teatro La Fundición y ya cuenta con el récord de haber agotado todas las localidades.

Máscaras, cambios de personajes, voces distintas, canciones, todo lo necesario para reivindicar a una mujer que también nos representa a los hombres. Un canto a la aceptación de una misma asumiendo la realidad y que huye de los cantos de sirena que defienden una vejez feliz.

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