Nina de Juan: “Algo nos pide volver siempre a Sevilla”

NINA DE JUAN | Cantante del grupo Morgan

Morgan cierra este viernes en el Cartuja Center CITE su gira de ‘Hotel Morgan’ en espacios cubiertos. Su cantante, Nina de Juan, nos habla de hogares emocionales, canciones que susurran y miradas que lo dicen todo

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Morgan actúan el próximo viernes en el Cartuja Center CITE
Morgan actúan el próximo viernes en el Cartuja Center CITE / Alain Martínez Iribarren / Holy Fire

Hay grupos que avanzan como trenes y otros que lo hacen como ríos. Morgan pertenece a estos últimos; su música fluye, serpentea, se remansa y arrastra. Desde North, aquel primer manantial donde empezó a brotar una voz única, hasta las aguas más profundas de The River and the Stone, su viaje ha sido un cauce de honestidad y belleza, de emoción contenida y paisajes sonoros donde caben el soul, el rock y la delicadeza. En Hotel Morgan, su nuevo trabajo, las paredes son más ásperas y la luz entra de forma distinta; es un disco más crudo, más eléctrico, pero igual de íntimo. Al frente, siempre, la voz de Nina de Juan —fragilidad y fuerza en el mismo gesto— acompañada por la precisión telúrica de Paco López, Ekain Elorza, David Schulthess, además de Gabi y Willy Planas. En la antesala de los festivales, Sevilla les sirve de despedida bajo techo. El del viernes será su último conjuro a cubierto. Esta vez no en la intimidad de una sala como la Custom, sino en el imponente Cartuja Center, donde la emoción tendrá que crecer a lo alto sin perder lo cercano. Antes de que eso ocurra, hablamos con Nina sobre vértigos, habitaciones emocionales y ese misterio que convierte ciertos lugares, ciertas canciones y ciertas miradas en algo que, sin saber por qué, llamamos hogar.

Pregunta.-Lo primero que me llamó la atención en este nuevo disco es que casi la mitad de las canciones están en castellano, cuando en los anteriores solamente había una. ¿Va usted a cambiar de idioma progresivamente en sus composiciones o esto ha sido algo puntual?

Respuesta.-Así ha surgido, de manera natural. En todos nuestros discos hacemos lo que nos sale espontáneamente, así que no puedo predecir qué pasará en el próximo. No creo que sea una transición, porque no lo hemos planteado así, pero sí pienso que, después de tantos años tocando y cantando temas como Sargento de Hierro y Volver, al final me identifico un poco más con el español y me resulta más natural. Por eso, en este caso, han salido más canciones en este idioma, pero no sabría decir qué ocurrirá en el futuro.

P.-También he notado una variedad de estilos mayor que en los anteriores discos, desde el blues hasta sonidos electrónicos. ¿Cómo han abordado esta diversidad sin perder la identidad de Morgan?

R.-Cuando nos reunimos para grabar este disco, y también un poco con el anterior, ya teníamos en mente que con North habíamos cumplido lo que buscábamos al principio; aquel disco fue como sentar las bases. Pero con River y con este nuevo trabajo quisimos explorar un poco más, investigar nuevas ideas para no caer siempre en los mismos patrones de antes. De hecho, en River ya dimos un paso adelante y probamos cosas diferentes, pero en este disco, gracias a la colaboración de Martín García Duque, que fue el productor, logramos ir aún más lejos. Lo llamamos precisamente por eso, por su visión y su universo musical infinito. Queríamos que nos guiara por territorios que aún no habíamos explorado, y el resultado refleja ese deseo de aventurarnos hacia nuevos sonidos. Al final, eso sí, seguimos siendo quienes somos y haciendo nuestra música, pero siempre con esa intención de salirnos un poco de lo conocido. Porque es divertido, porque mola descubrir cosas que no habías hecho antes.

P.-Pero entre The North y The River and the Stone la evolución de Morgan parecía seguir un camino bastante orgánico, casi natural, y Hotel da un giro más inesperado, más valiente incluso. ¿Qué ha cambiado para que esta vez el salto haya sido más pronunciado?

R.-También es que hemos cambiado la forma de grabar. Siempre nos ha gustado trabajar en directo, tocando todos juntos, buscando que el proceso fuera lo más orgánico posible. Pero esta vez, como decía Martín, le dimos un enfoque más quirúrgico: cuidar cada detalle, cada sonido, preguntarnos por qué está ahí, cómo suena y qué aporta. Algunas canciones las seguimos grabando en conjunto, como siempre, pero otras las abordamos de otra manera, dándole más peso a los arreglos y a la producción. Ha sido un proceso muy enriquecedor, y creo que estamos muy contentos con el resultado. Al final, todo forma parte de esa búsqueda, de seguir explorando sin perder nuestra esencia.

P.-¿Lo de irse a Noruega a grabarlo fue una forma de reconectar con la esencia de la música o simplemente una escapada necesaria?

R.-La grabación de nuestro anterior disco en Le Manoir -Francia-, un estudio-residencia, fue una experiencia que nos marcó. Aquel entorno nos sumergía en una burbuja creativa perfecta para un proceso tan intenso como la grabación de un álbum. Por el día, estábamos completamente enfocados en la música; por las noches, podíamos desconectar, pero siempre dentro de ese mismo universo sonoro que íbamos construyendo. Por eso quisimos repetir la fórmula. Buscábamos otro estudio-residencia, y cuando descubrimos las fotos de Ocean Sound fue como un flechazo: ¿Qué es esta barbaridad? Todo se alineó mágicamente para hacerlo posible. Incluso el viaje en furgoneta se convirtió en parte esencial de la experiencia, ese viaje literal que se sumaba al viaje metafórico que cada disco representa para nosotros. Al final, poder grabar allí fue como la guinda del pastel.

El nuevo disco, 'Hotel Morgan', refleja nuestro deseo de aventurarnos hacia nuevos sonidos"

P.-En Sevilla cierran la gira de presentación de Hotel Morgan en teatros y recintos cubiertos, justo antes de lanzarse al calorcito festivalero. ¿Han elegido ustedes aposta el Cartuja Center para aclimatarse en el horno andaluz o directamente es un test de resistencia emocional, como los que inspiraron el disco?

R.-(Entre risas) Nos hace una ilusión enorme cerrar la gira en Sevilla. La experiencia en nuestra última visita fue realmente impresionante, y queríamos quedarnos con ese recuerdo tan especial. Desde luego, pondremos toda la energía para que el público disfrute, pero ya solo con volver a esa magia estamos súper contentos. Terminar esta gira en el sur es el broche perfecto para lo que ha sido una experiencia brutal. Ha sido un viaje maravilloso en todos los sentidos. Y aunque seguiremos tocando en otros formatos, este ciclo en particular ha sido algo realmente único.

P.-En estos últimos años han venido mucho a nuestra ciudad. Les he visto en siete u ocho lugares de Sevilla diferentes ¿En todas las ciudades es igual o tienen algo más íntimo y emocional con Sevilla?

R.-¡Como para no hacerlo! Algo nos pide volver siempre a Sevilla. Tenemos mucha suerte porque disfrutamos con todo tipo de escenarios, y cada uno nos da algo especial. Al igual que nos gusta explorar en el estudio, también nos encanta probar formatos distintos en directo: salas íntimas, festivales llenos de energía, teatros con su acústica perfecta... Es un privilegio poder ofrecer versiones diferentes de nuestro concierto según el espacio. Claro, no todas las ciudades lo permiten. A veces no hay una sala adecuada para nuestro tipo de show, o falta un teatro con las condiciones necesarias. Pero Sevilla es una de esas ciudades donde todo encaja y hemos podido tocar en distintos formatos, y siempre, siempre nos ha dado alegrías. Por eso nunca nos cansamos de volver. La verdad es que cada vez que vemos Sevilla en el calendario, nos entran unas ganas enormes. Es una de esas ciudades que nunca defrauda.

P.-En los anteriores conciertos de ustedes que he visto, han pasado desde los Pink Floyd más sutiles hasta los Allman Brothers más desbocados. ¿Tienen un mapa interno de influencias o simplemente se dejan llevar por la brújula emocional de cada tema?

R.-Cada canción nos pide algo distinto, y nosotros le hacemos caso. Al fin y al cabo, todos venimos con nuestro propio background musical, y eso se nota. Las influencias están ahí, formando parte de nuestro ADN sonoro. Cuando llega el momento de vestir una canción, simplemente fluye de manera natural. Precisamente por eso buscábamos ese equilibrio, mantener lo que ya es esencial en nuestro sonido, pero dejando espacio para descubrir cosas nuevas. Hay referencias innegables, como Fleetwood Mac, que son tan parte de nosotros que inevitablemente se cuelan en lo que hacemos. Al final, cuando una canción te pide algo, recurres a lo que llevas dentro. Nunca lo hemos plasmado en un mapa sonoro, como sugiere usted... ¡aunque quizá no sería mala idea! Pero al final, cada uno aporta lo que siente necesario, desde ese universo musical que llevamos años construyendo en nuestras cabezas. Es un proceso orgánico, donde todo suma.

Cada experiencia vital, cada disco escuchado, cada concierto vivido, va tejiendo el universo personal que luego resuena en las canciones"

P.-De ese background del que me habla salen canciones donde la voz y los teclados coquetean con la oscuridad y el hechizo. ¿El soul que hay en Morgan viene más del sur de ese mapa sonoro del alma o de los vinilos que tienen cada uno en casa?

R.-Al final, todo suma. Cada experiencia vital, cada disco escuchado, cada concierto vivido, va tejiendo ese universo personal que luego resuena en las canciones. En mi caso, todo me influye; no como algo negativo, sino como un combustible creativo que inevitablemente marca lo que hacemos. Pero nuestro proceso es así de orgánico; seguimos el instinto, escuchamos a dónde quiere ir la canción por sí misma. Ya sea hacia el sur o hacia el norte sonoro, simplemente le damos lo que sentimos que necesita en ese momento. No hay mucho más cálculo que eso, es pura intuición musical.

P.-También ha mencionado antes el ADN. En un mundo que está lleno de canciones que gritan, ustedes siguen apostando por las que susurran. ¿Es una cuestión de ADN realmente o es resistencia estética por su parte?

R.-Cualquiera diría eso de susurrar escuchándome en directo -risas- ¡con lo que me gusta dejarme llevar en algunas canciones! Pero sí, entiendo la referencia y bueno, nos gusta un poco todo también. Pero en realidad somos muy conscientes de las dinámicas. Tenemos la enorme suerte de contar con un público que valora precisamente eso, nuestra libertad para explorar. Al ser una banda autogestionada, no tenemos que responder a expectativas comerciales ni encasillarnos en ningún formato. Esta independencia nos permite escuchar realmente lo que cada canción necesita. A veces la canción pide contención, no tiene por qué haber un clímax explosivo, ni un crescendo obligatorio. Otras veces nace con toda la energía desde el primer compás. Esa libertad es nuestro mayor lujo, poder crear canciones de siete minutos donde la batería entra a los cinco, o temas que arrancan con toda la intensidad desde el principio. Nuestro proceso creativo suele empezar en la intimidad del piano y voz o guitarra y voz. Muchas canciones de Paco surgen así. Pero lo bonito es que luego cada una encuentra su camino natural: a veces queda en esa esencia minimalista, otras veces se transforma en algo completamente distinto. No hay reglas, solo la intuición de saber qué necesita cada canción. Al final, somos el resultado de dejar fluir ese instinto creativo, pero sí, cuidando un poco también eso, lo que nos pide cada canción y muchas veces es intimidad más que de repente explotío, ¿no?

Morgan
Morgan / Alain Martínez Iribarren / Holy Fire

P.-Yo tengo que reconocer que no soy imparcial con usted, que me toca la fibra sensible, e insistí para que fuese la protagonista de esta entrevista, porque a Paco ya lo he entrevistado otras veces. Hablando de esas canciones que hace usted con él en plan más acústico, como Merry You… Paco la mira como quien ve un milagro. ¿Se siente eso desde el centro del escenario o solo lo notamos los que estamos enfrente?

R.-La verdad es que esa conexión se nota, el público lo capta cuando salimos al merch o después de los conciertos. Hay una admiración mutua que va más allá de lo musical, somos compañeros de viaje en el sentido más literal. Empezamos siendo un grupo de amigos tocando canciones, y ese espíritu sigue intacto. Se crean esos momentos mágicos en el escenario cuando Chuches -Schulthess, el teclista- o Paco arrancan un solo o llegamos a esa parte de un tema donde inevitablemente nos miramos. Esa complicidad es el alma de lo que hacemos, sin ella todo perdería sentido. Y el público lo percibe, porque es algo orgánico, nacido de cómo construimos las canciones juntos. A veces son miradas pactadas, del tipo en esta parte siempre miro a Paco, otras veces son reacciones espontáneas a un error o una improvisación. ¡Es lo bonito de tocar en vivo! Hay canciones donde esa conexión brilla especialmente, como el solo de Alone, la intro de Home... momentos en que piensas: Joder, qué suerte compartir escenario con estos locos. Y con Paco hay una química especial; llevamos tocando a guitarra y voz desde antes de Morgan. Es increíble cómo con solo dos elementos puedes transmitir mundos enteros. Esa simplicidad cargada de significado es algo que buscamos deliberadamente y que nos emociona cada noche.

P.-Hay otra canción, Volver, que cuando la escucho siempre pienso que lo que dice se puede aplicar a usted: Tienes algo dentro, yo lo he visto brillar. Cuando la escucho interpretar The child oigo a Prince, en Another Road es a Stevie Wonder, en Home me traslada usted a las noches en mi terraza con un vaso de bourbon escuchando todo el Between the Lines de Janis Ian, o en Roar está imbuida de los espíritus de todas las compositoras y cantantes del Brill Building. ¿Qué tiene usted dentro, que tanto vemos brillar?

R.-¡Qué bonito escucharle decir eso! La verdad es que nunca lo analizo conscientemente, pero como decía usted antes, después de tantos años escuchando a Janis y a todos esos monstruos que menciona, al final se te meten bajo la piel. Supongo que cuando abro la boca, a veces salen esos ecos sin que me dé cuenta. Sus palabras son un halago enorme, son referencias mayúsculas, aunque yo nunca lo plantee así. Y sí, es curioso, aunque tengo muchas voces masculinas en mi ADN musical, reconozco que hubo voces femeninas que me marcaron antes incluso de entender lo que escuchaba. Esas que te llegan siendo niña, cuando aún no tienes filtros, y se quedan resonando para siempre. Al final todo eso va sedimentando y sale cuando menos lo esperas. Ojalá lo haga con cierto estilo, más que otras cosas mías -risas-. Pero es verdad, tu background siempre está ahí, latiendo, incluso cuando no eres consciente de qué exactamente te está influyendo en ese momento. Lo difícil, y lo bonito, es encontrar tu propia voz navegando en ese océano de influencias.

Los Eagles especialmente dejaron en mí su huella con esas texturas vocales perfectas que son como terciopelo áspero"

P.-Con su padre -Tony de Juan, guitarrista de Coz y Ñu- escucharía mucho hard rock, me imagino; pero no parece que haya quedado marcado ese sello en su background.

R.-Porque más que en el hard rock, su sonido estaba arraigado en ese rock sureño de los 70: la escuela de Eagles, Allman Brothers, Lynyrd Skynyrd... todo ese universo donde los músicos eran como una gran familia, ¡literalmente, en el caso de los Allman!, con esos interminables solos de guitarra entrelazados y armonías vocales que eran casi una religión. Ahí debe estar el origen de mi obsesión por los coros y las capas de voces. Imagínese, yo gateando por el suelo mientras ensayaban en casa, absorbiendo esos sonidos antes incluso de entender palabras. Los Eagles especialmente dejaron su huella con esas texturas vocales perfectas que son como terciopelo áspero. Es curioso cómo lo que escuchas de niño se te instala en los huesos sin pedir permiso. Años después, cuando empecé a hacer música, todo eso empezó a salir de forma natural, como un lenguaje materno que llevaras dentro sin saberlo.

P.-Al hilo de lo que me dice sobre los Allman como familia, ¿dónde termina Morgan como banda y empieza Morgan como familia?

R.-Es difícil trazar una línea divisoria, la verdad. Todo está entrelazado. Claro que nuestra amistad existiría sin la música, pero lo que hacemos como Morgan no tendría sentido sin esa admiración mutua que va más allá de lo musical y que abarca también lo personal. Son dos caras de una misma moneda. La pandemia, con todo su aislamiento, nos regaló algo valioso: tiempo. Tiempo para conversar sin prisa, para seguir descubriéndonos no sólo como músicos, sino como personas. Ese proceso quedó impreso en el disco anterior y sigue vivo ahora. La gente a veces nos pregunta: ¿Otra vez viajando juntos en furgoneta? ¡Como si no hubierais viajado ya! Pero eso es como pensar que un río deja de fluir porque ya ha recorrido un tramo. Siempre hay nuevos rincones por descubrir, en nosotros, en el otro, en lo que la banda puede llegar a ser. Por eso nunca trazaremos esa línea. La magia está precisamente en dejar que lo personal y lo musical se mezclen, se alimenten mutuamente, como han hecho siempre.

P.-A Paco le leí en algún sitio que la propuesta de esta gira sorprendería a muchos seguidores. ¿Podría adelantarnos algún detalle o prefiere mantener el misterio hasta el viernes?

R.-Bueno, a ver, ya mucho misterio no hay porque ya se ha visto en fotos todo lo que andamos haciendo, pero sí que prefiero que lo vea sin que yo le diga nada porque así no le condiciono. Lo que sí le digo es que por nuestra parte fue muy divertido preparar estos conciertos y está siendo muy divertido hacerlos y la verdad que a todo el mundo con el que hablamos le ha gustado. En el concierto lo ha pasado bien y ha sentido algo, que es lo que yo siempre digo; aunque sea un ratito del concierto, si ha sentido algo para nosotros es ya un éxito tremendo; pero creo que lo estamos pasando muy bien todos, así que espero que sea así este viernes.

P.-¿Y sobre el escenario estarán ustedes cuatro y los dos hermanos Planas también, como es habitual?

R.-¡Exacto! Los hermanos Planas son esa pieza fundamental que todo lo sostiene. Y luego está la sorpresa. Si no lo ha visto, se llevará esa sorpresa. Y alguna más.

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