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Crítica 'The childhood of a leader'

Este niño es un demonio

The childhood of a leader. sección oficial. Drama, R.U.-Hun-Bél, 2015, 115 min. Dirección: Brady Corbet. Intérpretes: Robert Pattinson, Liam Cunningham, Stacy Martin, Bérénice Bejo.

Faltaba este año la cuota de frialdad y cálculo, que en Europa suelen ofrecer últimamente los austriacos, y la hemos recibido de quien menos se esperaba, del veinteañero Brady Corbet, a quien la experiencia con Antonio Campos (el malo, no el director de Gente da Praia de Vieira) debe haber trastornado de tal manera que debuta en la dirección como un nihilista septuagenario con ganas de gritar a los cuatro vientos cosas importantes.

Esta adaptación de un relato original de Sartre que sigue el desarrollo mental de un niño desde su tierna infancia hasta el asesinato de un judío, se convierte en su paso a la pantalla en un opresivo drama histórico-familiar ambientado en los momentos previos a la firma del Tratado de Versalles -fin de la Primera, pero también semilla de la Segunda Guerra Mundial-; trance crucial que transcurre en paralelo a la complicada educación francesa del hijo de un diplomático de Wilson, un niño de inclinaciones maléficas avivadas por la ausencia paterna y la severidad materna.

Corbet, que utiliza los preescolares intertítulos y la explícitamente expresiva música de Scott Walker para robotizar la situación afectiva y deletrearnos lo que hay que sentir en cada plano, filma con cámara desencadenada a la manera de un pequeñísimo Fassbinder o Bergman, como buscando amparo en aquellos que trataron antes que él el tema del huevo de la serpiente (no falta el plano de reptiles), pero no logra traspasar el estatuto de un Ivory teñido de solemnidad hanekiana. El abrupto desenlace del filme cargante y predecible alcanza tamaña grandilocuencia de fondo y forma que resulta entrañable, y hace que sintamos simpatía por este yanqui de gorra de béisbol al que imaginamos dormido frente al Napoleón de Abel Gance y leyendo a Sartre y Arendt en el París de Woody Allen.

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