Notas sobre la escultura contemporánea andaluza

El comisario Enrique Fuenteblanca reúne a diez artistas para dialogar en torno a lo escultórico en la galería Alarcón Criado.

El "camino torcido" de Curro González

Obra de Elena Coca
Obra de Elena Coca / Cortesía de la galería
Guillermo Amaya Brenes

09 de junio 2025 - 06:30

LA FICHA

‘Corpus. Notas sobre escultura, movimiento y performatividad’. Exposición colectiva comisariada por Enrique Fuenteblanca. Galería Alarcón Criado (Calle Callao 16, Sevilla). Hasta el 31 de julio.

Corpus. Notas sobre escultura, movimiento y performatividad supone la primera exposición colectiva que realiza la galería Alarcón Criado en su nuevo emplazamiento en Triana, en la calle Callao, junto al Centro Cerámica Triana. Para ello han contado con el comisariado de Enrique Fuenteblanca (Sevilla, 1996), joven escritor, comisario y músico, cuyas inquietudes le llevan a estar implicado en proyectos de diferente índole, como lo son esta exposición o el álbum 4vitas (publicado en mayo de este año junto a Ralxx.Me), entre otros.

Fuenteblanca lanza una pregunta que vertebra esta exposición, no por acabar hallando una respuesta (el propio comisario no cree que sea esta su labor), sino por la búsqueda que se emprende a través de la incógnita. Y es que, ¿es posible hablar de un movimiento o escuela contemporánea de escultura andaluza? Esta sería la pregunta que activa, a modo de indagación, Corpus. Notas sobre escultura, movimiento y performatividad. La exposición surge, no como respuesta, sino como materialización de esa búsqueda de factores o elementos bajo los que se articule la idea de escultura en el territorio Andalucía. Asimismo, tres corpus dividen la muestra, definiendo de un modo no hermético, permeable, estas notas o ideas que circundan lo escultórico.

Vista general de la exposición
Vista general de la exposición / Cortesía de la galería

Imaginería popular, máquinas. De cara a indagar sobre un movimiento o escuela escultóricos propios del territorio andaluz, es ineludible abordar la imaginería. Imagen como escultura y viceversa. Esculturas procesionantes que, a través de una articulación entre el reposo y el movimiento, son capaces de activar un engranaje donde se entremezclan elementos identitarios, culturales, afectivos, tradicionales, espirituales, etc. Diez pequeñas esculturas que se articulan a través del movimiento de un zoótropo, conforman la serie Prueba de fuego, de Alegría y Piñero (Alegría Castillo Roses -Córdoba, 1985- y José Antonio Sánchez Piñero -Chiclana de la Frontera, 1985-) . Puerta Osario y Puerta de la Carne, dos puertas que sirven como muestrarios de huesos y de carnes, son la propuesta de Pedro G. Romero (Aracena, 1964). Aludiendo a dos ubicaciones clave de la ciudad, establece una suerte de mapas en los que la carne y los huesos son a un tiempo mapas y paseantes. Mercedes Pimiento (Sevilla, 1990) presenta una pieza en la que dos baldes metálicos llenos de cera se van calentando y enfriando intermitentemente, provocando una transformación continua de la cera a través de dibujos y volúmenes fortuitos: lo escultórico en movimiento.

Espigadoras, galerías. En esta sección se reflexiona sobre lo escultórico desde la recolección y manipulación de objetos encontrados en el entorno. En este ejercicio dichos objetos son tomados y transformados en un ejercicio artístico donde la memoria matérica del objeto y el propósito de su manufactura, construyen una identidad sincrética. Donbella y Cantos rodados son la propuesta de Pepa Rubio (Sevilla, 1957). Hojas de donbeya wallichii (arbusto originario de Madagascar) dobladas que se convierten en una suerte de pequeños recipientes y pequeñas piedras envueltas con técnicas de papiroflexia en papel de arroz, respectivamente. Julia Valencia (Cádiz, 1981) en las obras Glass geta, Agarre y desgarre y Cruz al suelo, no sólo recolecta objetos encontrados (en este caso fabricados por el ser humano como tornillos, cristal, cuerdas o tableros de madera), sino que los acumula, los une, conservando la memoria de dichos materiales pero anulando la finalidad con la que fueron realizados. En Si soplas en mi oreja, volaré como humo en el aire, de Cristina Mejías (Jerez de la Frontera, 1986), se da también esa acumulación de objetos, en este caso entremezclando objetos encontrados en la naturaleza con objetos creados a partir de materiales naturales, conformando una pieza totémica donde los límites entre lo natural y lo manufacturado se difuminan.

Vista general de la exposición
Vista general de la exposición / Cortesía de la galería

Teatros ambulantes, tránsitos. Escenarios y máscaras entendidos como entidades escultóricas donde convergen tanto la interioridad y la exterioridad, como la realidad y la ficción. Se podría deducir que si las máscaras se han utilizado para revelar una realidad no visible fuera del escenario, es debido a que fuera del escenario siempre hay algo de ficción. Como la máscara de carnaval, que derriba los condicionantes morales para dejar fluir una naturaleza que el resto del año está reprimida a través de otra máscara. Una máscara que, sin ser tangible, revela en el que la porta un carácter escultórico, en tanto que se manifiesta un proceso de moldeado; el suelo cotidiano se convierte en escenario. Así, la primera y última performance (Tengo tiempo de 1994 y El fantasma invidente de 2018) de Miguel Benlloch (Loja, 1954 - Sevilla, 2018) atraviesan la exposición, abriendo y cerrando esta como si la vida hubiera consistido en un transcurrir performático por el mundo. De un modo similar, dos autorretratos de Nacho Criado (Mengíbar,1943 - Madrid, 2010), uno de 1989 y otro de 2009, plantean una obra de juventud y otra cercana a su fallecimiento. En el primer autorretrato Criado mira hacia un horizonte que se antoja lejano. En el segundo (más simbólico y enigmático), el artista se autorretrata con los ojos tapados por sus propias manos: el horizonte se encuentra frente a él, el futuro desaparece. Por su parte, Anita de la Cuadra (Rota, 1992), despliega una escenografía compuesta por atuendos, máscaras, tejidos, máscaras, dibujos y elementos instalativos donde se entremezclan elementos iconográficos, atávicos y totémicos, articulando una cosmogonía donde lo artificial es parte inherente de lo natural. Una propuesta de revelación onírica.

Vista general de la exposición
Vista general de la exposición / Cortesía de la galería

Por último, a modo de epílogo, Solar es el eje que cierra la exposición (teniendo en cuenta que hay algo de retorno o cíclico en ella). En Despojos, exteriores, materiales, Elena Coca (Córdoba, 1998) interviene el patio de la galería (vestigio de una antigua fábrica de cerámica) con objetos o instrumentos fabricados con elementos como cañas, palmas, maderas, flores, semillas, cascabeles, etc. Estos objetos, sin ser réplicas de instrumentos ya existentes, se prestan a ser tocados, explorados, activados. Así ocurrirá con una serie de actividades y performances que se llevarán a cabo durante la exposición y que se podrán conocer próximamente tanto en la web como en las redes de la galería Alarcón Criado.

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