Artes escénicas

El teatro como alerta social

  • 'Jauría', basada en el polémico juicio de La Manada, y 'Pasionaria', de La Veronal, ofrecen en el Central dos visiones diferentes de los errores de la sociedad actual

El actor Fran Cantos y el director Miguel del Arco, en el Central.

El actor Fran Cantos y el director Miguel del Arco, en el Central. / Juan Carlos Vázquez

Desde distintos sectores, son muchas las voces que nos alertan de que la sociedad actual camina por derroteros equivocados y poco esperanzadores. Y el teatro, su más fiel reflejo, no puede ser ajeno a ello como demuestran las dos piezas, completamente diferentes en cuanto a lenguaje formal se refiere, que alberga este viernes y este sábado el Teatro Central.

"Porque... si no hablamos de lo que nos concierne, ¿de qué va a hablar un teatro comprometido como el nuestro?", se pregunta Miguel del Arco, uno de los más prestigiosos directores de escena actuales, amén de dramaturgo, actor y codirector artístico de El Pavón Teatro Kamikaze, un colectivo con el que regresa a Sevilla, concretamente a la sala B del Central, para presentar Jauría, un polémico trabajo que ya tiene agotadas todas las localidades.

"Al principio nos llamaron oportunistas y nos dieron palos por todos lados; incluso por parte de algunas feministas radicales. Sólo los teatros de Avilés, donde estrenamos, Sevilla y Granada apostaron por el proyecto. Hoy nos llaman de toda España, porque la sociedad necesita reflexionar sobre sí misma y sobre sus problemas", dice el responsable de la puesta en escena de Jauría.

Los integrantes de 'Jauría' aseguran que montar la obra ha sido un proceso sanador

El texto de la obra ha sido escrito por Jordi Casanovas, gran experto en el llamado teatro documento o verbatim, a partir de las transcripciones del juicio realizado a La Manada, es decir, con fragmentos de las declaraciones de los acusados y la denunciante que fueron publicadas en varios medios de comunicación. No hay, pues, en la pieza ni una sola palabra que no haya sido pronunciada por los tristemente célebres protagonistas de la violación ocurrida en las fiestas de San Fermín de 2016.

El tema, tan actual y tan complejo, ha requerido un proceso de trabajo teatral extremadamente complicado del que todos, según dicen, han salido transformados, tanto el director -quien, para compensar el peso masculino de la escena se rodeó de un equipo de trabajo femenino en el se encontraban la periodista Isabel Valdés y la abogada Lucía López-, como los actores. Todos ellos reconocen ahora que ha sido un proceso sanador porque les ha permitido ahondar en las capas más íntimas de sus personalidades. "Nosotros, que nos teníamos por feministas y progresistas -coinciden Del Arco y el actor Fran Cantos- hemos descubierto el enorme peso que tiene aún en nosotros la educación machista que hemos recibido".

Miguel del Arco, con los actores de 'Jauría'. Miguel del Arco, con los actores de 'Jauría'.

Miguel del Arco, con los actores de 'Jauría'. / Vanessa Rabade

"Ha sido un proceso durísimo en el que hemos reído y hemos llorado mucho. Y no es que tengamos una posición equidistante frente al tema, todos estamos de acuerdo con las sentencias, pero no hemos querido retratar como monstruos a los cinco sevillanos de La Manada. Porque lo más triste es que, para muchos, algunos delitos son costumbres, cosas normales. En cualquier caso, es maravilloso el efecto catártico que tiene el poder verbalizarlo en el escenario y escuchar el silencio del público durante la obra. Además, en Madrid hemos hecho funciones para escolares a las que se han acercado ya 2.000 jóvenes (de entre 15 y 18 años) con los que hemos podido dialogar. Es muy esperanzador ver cómo la gente joven se plantea cada vez más el tema del machismo", concluye Miguel del Arco.

Este viernes, a las 20:00, el magnífico y comprometido elenco de Jauría estará formado por María Hervás, Fran Cantos, Álex García, Ignacio Mateos, Martiño Rivas y Raúl Prieto.

Y a las nueve de la noche, en la sala grande del teatro, pasamos de lo real a lo alegórico con Pasionaria, la última y original propuesta de La Veronal, la compañía de danza que desde hace años lidera el artista valenciano Marcos Morau.

El coreógrafo valenciano Marcos Morau. El coreógrafo valenciano Marcos Morau.

El coreógrafo valenciano Marcos Morau. / Juan Carlos Vázquez

El joven y ya premiadísimo actor, director, coreógrafo y fotógrafo -en 2013, con apenas 30 años, obtenía ya el Premio Nacional de Danza- continúa creando territorios donde sus bailarines, cada vez más expertos en ese lenguaje gestual denominado Kova que la Veronal viene desarrollado desde su creación en 2005, puedan poner a prueba sus metáforas de la sociedad actual.

Al igual que en Rusia -la primera pieza que Morau trajo a Sevilla- o en Islandia, Pasionaria tiene también vocación de territorio. Es el planeta en el que se proyecta un futuro que en algunos sectores ya es presente: una sociedad robotizada en la que los sentimientos y las emociones han desaparecido por completo en favor del individualismo, el desapego y la cobardía moral.

Morau plantea "una alegoría del presente" en la que habla de una sociedad robotizada

"Puede parecer una película futurista, pero a mí me parece una alegoría del presente, o una caricatura en determinados momentos. El paisaje es impreciso pero los ocho personajes que lo habitan se parecen muchísimo a nosotros. Se mueven sin cesar y hay atisbos de historias, de tramas que no sabremos nunca de qué van porque enseguida pasan a otra cosa. Es la inmediatez de Instagram o de Twitter, donde en un minuto se abren mil imágenes o estímulos que enseguida son sustituidos por otros", dice Morau, para quien el mundo del cine, de las artes plásticas y de la fotografía tienen siempre un espacio de privilegio en el imaginario de sus obras.

Con un trasfondo triste, aunque no exento de humor, Marcos Morau juega con las imágenes y los símbolos, enmarca musicalmente su planeta desapasionado entre las Pasiones de San Juan y San Mateo de Johann Sebastian Bach, y provoca un juego de espejos para que el espectador, puesto en situación de alerta, pueda imaginar las historias que desee y, sobre todo, se proponga llenar de humanidad el inquietante vacío que se vislumbra en el horizonte.

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