teatro

Aquello que ocurrió en Lloret de Mar

  • Pepe Colubi y Pepín Tré se alían en 'No se ha hecho nada igual (Por algo será)', una propuesta disparatada que interpretan en La Fundición

Ha pasado una década desde entonces, pero Pepe Colubi no ha olvidado aquel plan irresistible al que decidió apuntarse un día: un viaje a Lloret de Mar en el que disfrutaría de las actuaciones de Luis Aguilé y Marianico el Corto, recibiría regalos y se entregaría al "jubiloso hedonismo de la tercera edad". Tal fue el impacto de aquella experiencia que este humorista que no se etiqueta como tal (tampoco se define como madrileño, aunque nació en esta ciudad en 1966, sino como asturiano) quiso recrearla en No se ha hecho nada igual (Por algo será), un delirante espectáculo en el que comparte cartel con su admirado Pepín Tré y que se programa este fin de semana (hoy y mañana, a las 20:30, serán las últimas funciones, para las que aún quedan algunas entradas disponibles).

"Me apunté a ese viaje por pura curiosidad antropológica y porque el plan tenía además el aliciente de esas dos actuaciones", recuerda Colubi, que asegura haberse embarcado en esa singular expedición "sin intención de parodiar aquello, sin distanciamiento irónico, pero aquello se me quedó grabado y fui contándolo a los amigos, y germinó la idea de hacer algo con eso". En un principio estaría él solo en el escenario -así interpretó una versión preliminar en la sala El Cachorro, en Triana-, pero "surgió esta idea rarísima de mezclarlo con una actuación de Pepín Tré".

A Tré lo tengo en mi archivo mental como uno de los más grandes. Es alguien único"Yo creo que en el humor falta que el público esté más dispuesto a afrontar cosas diferentes"

Es Colubi quien arranca la obra rememorando esa excursión real, "y para demostrarlo acompaño mi exposición de fotografías, aunque me gusta llamarlas diapositivas que suena más rancio", comenta. En el segundo tramo de No se ha hecho nada igual irrumpe Tré. "Jugamos a que Pepín estaba en esa excursión y a partir de ahí él hace su parte, que ya no es que no tenga que ver con ese viaje, sino que no tiene que ver con la vida tal como la conocemos", expone sobre una parte que, reconoce, "no es más que una excusa para que el público disfrute de la locura de las creaciones de Pepín", ese estilo inimitable donde cohabitan la música con una adorable verborrea y una insobornable lucidez.

Colubi habla con verdadera admiración de su compañero en este montaje y en el programa Ilustres ignorantes. "Si me dicen hace un tiempo que iba a recorrer los teatros con él no me lo habría creído. Yo lo tengo en mi archivo mental como uno de los grandes, posee una singularidad por la que no se parece a nadie. Lo puedes meter en el grupo de Faemino y Cansado, se puede comparar con Javier Krahe por la cosa musical, pero Pepín es único... Yo llevaba muchos años viéndolo en directo, pero cuando lo conocí y descubrí que aparte de un genio era una gran persona fue estupendo".

El hecho de que bautizaran tan inclasificable propuesta como No se ha hecho nada igual (Por algo será) da pie a preguntarles qué no se ha hecho aún en el humor, qué puertas pueden abrirse aún. "Creo que aunque todo está muy trillado se pueden plantear historias diferentes como ésta: yo estoy contando una excursión, Pepín se pone con su música y sus textos, pero lo machihembramos con la bendición del público... Por eso diría que lo que falta es quizás la predisposición de los espectadores para énfrentarse a lo que sea, una mirada libre de prejuicios y sin miedo, aunque con criterio", sostiene Colubi.

La publicidad describe a este dúo como "dos tipos con poco oficio", y Colubi, intérprete, periodista, autor de novelas y textos sobre cine y dedicado habitualmente "a la comunicación", se siente cómodo en ese papel de aficionado a varias disciplinas que no desea especializarse en nada. "A mí no me gustan las responsabilidades, aunque en la práctica sea muy responsable. La mejor manera de quitarse la presión es fracasar cordialmente: he hecho tantas cosas en la vida porque mi verdadera vocación era tal vez no tener vocación. Ser un paseante, observar, estar tumbado... Lo que he hecho, eso sí, lo he disfrutado mucho. Suena a canción de Julio Iglesias, pero la vida me ha tratado bien. Estoy ya más cerca de la tumba que del botellón, pero si miro atrás puedo contemplar con orgullo que yo no he hecho nada".

¿Prolongará ese relato autobiográfico que narraba en las novelas California 83 y Chorromoco 91? "Me vacié en esos libros y no sé si debería continuarlos y cargarme el bonito recuerdo que dejaron. Si siguiera con otro, hablaría de un cuarentón desencantado, pero sin dramatismos y sin intentos suicidas. Sería como El desencanto pero mucho más light: la versión Leticia Sabater de los Panero", afirma desde ese humor afinado que le caracteriza.

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