Pulsión de vida y muerte
Orquesta Sinfónica Conjunta | Crítica

La ficha
ORQUESTA SINFÓNICA CONJUNTA
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Temporada 2024-25. Concierto 5. Solistas: Francisco Javier Loma Gómez, piano; Irina Bogdanova, soprano; Alejandro Sánchez, barítono. Orquesta Sinfónica Conjunta. Director: Juan García Rodríguez.
Programa:
Robert Schumann (1810-1856): Concierto para piano y orquesta en la menor Op.54 [1841]
Dmitri Shostakóvich (1906-1975): Sinfonía nº14 [1969]
Lugar: Auditorio de la ETS de Ingeniería. Fecha: Viernes 14 de marzo. Aforo: Dos tercios de entrada.
El de Schumann es un modelo de concierto romántico, con su forma clásica y su típica exaltación sentimental, que espera al intérprete que sea capaz de darle su personalidad. Francisco Javier Loma es un pianista joven, que mostró tener la obra perfectamente aquilatada en sus dedos, pero que aún no tiene eso más que hay que decir y que está detrás de las notas. En el primer movimiento, por momentos parecía esconderse detrás de la orquesta, hasta el punto de que el concierto derivó casi en una sinfonía con piano obligado. Una sinfonía de sonido recio, incluso un punto grueso. Luego, toda la partitura estuvo ahí, milimétrica (tal vez demasiado milimétrica), más lírica que dramática siempre, aún sin las efusiones de la fantasía personal.
La 14ª es una de las sinfonías más singulares de Shostakóvich: una sinfonía de canciones sobre la muerte, para dos solistas vocales y una orquesta de cuerda (fueron 18: 5/5/3/3/2), percusión y celesta. La interpretación por un conjunto joven supone no poco atrevimiento, porque la obra está llena de pasajes orquestados de forma camerística, con abundantes partes solistas, que fueron salvadas siempre de forma más que notable (especial mención merecen el primer violonchelo y el primer viola). Juan García Rodríguez consiguió además una tensión sostenida y supo contrastar con acierto la oscuridad y el brillo, el drama con el humor negro. La voz lírica, pero ancha y cálida de Irina Bogdanova resultó ideal para sus intervenciones, mientras que el peruano Alejandro Sánchez posee una voz baritonal, acaso demasiado clara, lo que otorgó a sus partes un toque de lirismo que tampoco resulta extraño a la partitura. Un logro más que notable para todos.
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