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Artes Escénicas

El gran año de Pablo Béjar

  • El actor sevillano cierra un 2022 en el que triunfó en la cartelera teatral madrileña y rodó en su tierra la serie 'Honor'

Pablo Béjar, fotografiado hace unas semanas en la terraza del Hotel Ribera de Triana.

Pablo Béjar, fotografiado hace unas semanas en la terraza del Hotel Ribera de Triana. / José Ángel García

El actor Pablo Béjar (Sevilla, 1989) apenas tenía tres años cuando se celebró la Expo 92, pero atribuye al despliegue de creatividad que se produjo en aquellos meses, a esa "ciudad viva, con gente haciendo cosas", el nacimiento de su vocación. "No lo expresé entonces con palabras, claro, no les dije a mis padres que quería ser artista porque era muy pequeño", apunta el intérprete, "pero sí recuerdo que hubo un pálpito, una emoción. La Expo fue mi primer contacto con el mundo del espectáculo, y creo que aquello tuvo culpa de que hoy me dedique a esto. El colorido de los pasacalles despertó algo dentro de mí".

Si el Béjar ya adulto se encontrara con ese niño deslumbrado por las luces podría decirle que su intuición no falló, que sus sueños, por improbables que parecieran, se habían cumplido, que ese empeño de estudiar en la RESAD de Madrid "sin conocer a nadie en esa ciudad" no fue en vano, y podría contarle a continuación los proyectos en los que se ha embarcado este 2022, un año en el que ha triunfado en la cartelera teatral madrileña y que ha cerrado con el rodaje de la serie de Atresmedia Honor.

"No puedo desvelar nada de la trama", admite Béjar sobre esta adaptación de la serie israelí Kvodo –que ya tuvo una versión norteamericana, Your Honor–, la historia de un juez enfrentado a un dilema moral a quien da vida Darío Grandinetti, "pero sí que estoy entusiasmado con el hecho de grabar en mi tierra, rodeado de compañeros andaluces como Fran Cantos, María Morales o José Luis García-Pérez, y un equipo técnico también de aquí [una lista que incluye entre otros al realizador Chiqui Carabante y al director de fotografía Alejandro Espadero]. Muchos actores nos subimos a Madrid para tener una oportunidad, y que volvamos con una producción tan potente como esta resulta muy emocionante, tiene un gran valor simbólico", afirma.

Béjar, que tiene pendiente de estreno otra serie, Los pacientes del doctor García, inspirada en la novela de Almudena Grandes, y que aparecía también en La maniobra de la tortuga, de Juan Miguel del Castillo, sigue la estela de esos actores ingleses a los que admira, que compaginan su participación en proyectos audiovisuales con su presencia en los escenarios. Estuvo durante abril y mayo a las órdenes del autor y director Josep María Miró, reciente Premio Nacional de Literatura Dramática, en un montaje que conmemoraba los diez años de la primera puesta en escena de El principio de Arquímedes, un texto que en este tiempo ha sido traducido a 20 idiomas, representado en 50 países y que parece haber ganado vigencia con su reflexión sobre la desconfianza que se ha instalado en las relaciones humanas. Béjar es Javi, un monitor de natación que despierta sospechas por haberle dado un beso a un niño. ¿Era un mero gesto de ternura, una muestra de cariño para tranquilizar al chaval el día en que empezaba a nadar sin burbuja, o el profesor es un tipo peligroso? "Ese papel me hizo explorar lugares desconocidos. Nunca me permitió acomodarme, me tenía siempre en la incertidumbre. Y al público le ocurría algo parecido, nos esperaba en la puerta del teatro porque necesitaba comentar lo que había visto", recuerda el actor, que considera "muy legítima la evasión, que la gente necesita entretenerse, pero a mí lo que me motiva es el teatro que te hace preguntas y te invita a la duda", defiende.

El actor, en ‘Run’, una de las obras que ha interpretado este año. El actor, en ‘Run’, una de las obras que ha interpretado este año.

El actor, en ‘Run’, una de las obras que ha interpretado este año. / Javier Naval

Como sucedía también en Run (Jamás caer vivos), de José Padilla, que Béjar encadenó sin tomarse una pausa al terminar las funciones de El principio de Arquímedes. La pieza recrea la crisis diplomática que provocó un tuit en medio de la visita de Los Angeles Lakers a China y "a partir de esa premisa", explica el intérprete, "habla de economía, de la libertad de expresión, de los derechos humanos, del mundial de Qatar... Es un espectáculo muy complejo y muy gratificante, para el elenco y para los espectadores".

Aunque Béjar era más conocido por su formación en la Joven de la CNTC y por sus incursiones en el teatro clásico, en las que había abordado piezas como Fuente Ovejuna y La dama boba de Lope de Vega, El vergonzoso en palacio de Tirso de Molina o Los empeños de una casa de Sor Juana Inés de la Cruz, y reivindica que Shakespeare "era un moderno para su época", el actor está adentrándose con pasión en la dramaturgia contemporánea desde su selección para Jauría, la obra que Miguel del Arco montó alrededor del juicio de la Manada. "Formamos una familia todos los que actuamos en aquel espectáculo. Era tan fuerte lo que contábamos, nos removía tanto, que necesitábamos darnos un abrazo al final de la representación, y necesitábamos también que el público viera que nos lo dábamos", evoca el actor.

En el horizonte de Pablo Béjar asoma ahora Mañanas de abril y mayo, una comedia de enredo de Calderón de la Barca que dirigirá Laila Ripoll y que se estrenará en el Teatro Fernán Gómez de Madrid esta primavera. "Calderón es un autor que todavía no había tocado y me apetece mucho hacerlo de la mano de Laila, a la que conozco desde hace años, aunque todavía no puedo anticipar mucho de la versión, en la que se está trabajando", expresa el actor, que recuerda que hace no mucho, cuando estalló la pandemia, agradeció haber elegido una profesión tan arriesgada e impredecible como la suya. "Fue extraño, porque actuar sin mascarilla nos hacía sentirnos a los actores más vulnerables que nunca, pero, al mismo tiempo, el único momento en que no existía el Covid, en que nos olvidábamos del miedo y la tristeza, era cuando estábamos sobre el escenario".

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