El placer de compartir

Normcore | Crítica de danza

Sandra Ortega y Lucía Vázquez se unen en 'Normcore'.
Sandra Ortega y Lucía Vázquez se unen en 'Normcore'. / Óscar Romero

La ficha

*** ‘Normcore -lo normal-“. Lucía Vázquez. Idea original, dirección y coreografía: Lucía Vázquez. Asistencia coreográfica: Sandra Ortega. Bailarinas: Lucía Vázquez y Sandra Ortega. Música original en directo y texto: Miguel Marín Arbol. Iluminación: Benito Jiménez. Espacio escénico: María Llerena y Benito Jiménez. Vestuario: Gloria Trenado y atelier3. Lugar: Teatro Central, Sala B. Fecha: Viernes 7 de febrero. Aforo: Casi lleno.

 

Bailar, correr, reposar la mejilla en otra mejilla, caminar junto a otra persona, girar y ver cómo reacciona el vuelo de tu vestido rojo… O lo que es lo mismo, fluir serenamente sin un objetivo preciso, sin la obligación de llegar a ninguna parte.

Lucía Vázquez, lo hemos dicho otras veces, es una de las mejores bailarinas de esta tierra. Y en esta ocasión ha querido compartir su último trabajo, con otra gran bailarina como es Sandra Ortega, curtida como pocas en escenarios internacionales.

Ambas han decidido centrarse en las cosas sencillas, cotidianas. Bailar por bailar, mostrar toda la belleza de sus cuerpos y de su danza de movimientos largos y sosegados -no exentos de energía viva y cambiante-, ya a dúo, incluso al unísono, ya por separado.

En ese minimalismo, en esa ausencia de elementos externos, el hábitat elegido se reduce a un rectángulo blanco donde todo está por descubrir, o donde quizá no haya nada que descubrir salvo las propias emociones.

Y su belleza, su madurez, su manera de acariciar el aire con sus brazos -porque son ellos los que dirigen el movimiento cuando los pies no se proponen meta alguna-, se inscriben en un fantástico espacio sonoro que las envuelve y nos envuelve durante toda la pieza.

Con su voz, sus instrumentos y su poderosa presencia, Miguel Marín se convierte en el vértice de un sugestivo triángulo en el que no se sabe si es la música, o son las palabras -también dichas por Ortega en francés-, o son las sensaciones las que dirigen el movimiento. Además de ser un gran músico, Marín sigue demostrando, en cada una de sus apariciones, una sorprendente capacidad para interactuar con la danza contemporánea.

Un trío de artistas y una hermosa pieza que acaba de ver la luz y que, a pesar del barullo del mundo, nos deja el corazón en paz.

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