Valor y precio del arte: 'thriller' con forma de comedia

El cuadro robado | Crítica

Louise Chevillotte y Alex Lutz, en 'El cuadro robado'.
Louise Chevillotte y Alex Lutz, en 'El cuadro robado'.

La ficha

**** 'El cuadro robado'. Comedia dramática, Francia, 2024, 91 min. Dirección y guión: Pascal Bonitzer. Música: Alexei Aigui. Fotografía: Pierre Milon. Intérpretes: Alex Lutz, Léa Druckner, Nora Hamzawi, Louise Chevillotte. Arcadi Radeff.

Pascal Bonitzer es un caso único en la historia del cine francés. Crítico de Cahiers du Cinéma, autor con Jean-Claude Carrière de un influyente libro sobre la técnica de la escritura de guiones y de diversos libros sobre cine y realizadores cinematográficos, guionista de películas digamos que poco comerciales de Jacques Rivette, André Techiné, Raoul Ruiz o Chantal Akerman y desde 1996 también director, debutando con Encore que obtuvo el prestigioso premio Jean Vigo, que dio lugar a una interesante trilogía semi autobiográfica con Nada sobre Robert (1999) y Pequeñas heridas (2003), dio un giro hacia el cine más comercial con el drama con tendencia al thriller Je pense a vous (2006) y con Le grand alibi (2009), una muy personal adaptación de Sangre en la piscina de Agatha Christie.

El paso siguiente fue meterse de lleno en la comedia de trasfondo político –Cherchez Hortense, 2012- más bien con poca fortuna. Parecía que el exigente crítico y guionista de tan prestigiosos directores hacía aguas, aunque en algunos casos, como guionista, conservaba su antiguo prestigio en sus ininterrumpidas colaboraciones con Rivette y en sus trabajos con Anne Fontaine en Primavera en Normandía y, sobre todo, Las inocentes. En 2019 pareció recuperar su pulso como director con la adaptación de un relato de Henry James en Les envoutés y ahora vuelve a ser el que fue con esta interesante El cuadro robado.

Se basa libremente en la historia real del cuadro Los girasoles marchitos del pintor posimpresionista/expresionista austríaco Egon Schiele, robado como otras muchas obras suyas por los nazis en 1942, posteriormente recuperado por sus legítimos propietarios, los herederos del coleccionista judío austríaco Karl Grûnwald -amigo del pintor- tras no pocos avatares y subastada en Christie’s por 17,2 millones de euros.

Bonitzer se ha documentado sobre el caso para escribir el guión, que sigue bastante fielmente los hechos, centrándose en las pesquisas del subastador (estupendo Alex Lutz) que da con el cuadro robado por los nazis y las luchas por su posesión. Ha logrado una de sus mejores películas pese a ciertos desfallecimientos debidos sobre todo a subtramas demasiado complacientes, además de poco desarrolladas, con los estándares de la corrección política y con una representación simplificada de lo que podría llamarse una lucha de clases que va de la crítica algo tosca al mercado del arte que ignora el valor del cuadro para centrarse en su precio -recuerden el machadiano “todo necio confunde valor y precio”- a la pureza representada por el joven obrero (Arcadi Radeff, su buena interpretación da vida a un personaje algo estereotipado) en cuyo poder estaba el cuadro.

Cuando mandan la línea de thriller socio-artístico sobre los laberintos en los que se entrecruzan el arte, el poder y el dinero, casi ignorando la emoción de la obra y de su trágica historia, sobre la simplificación moralizadora y algunos toques de humor, esta apreciable película gana.

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