LAS AVES | CRÍTICA DE TEATRO

La república catalana, en el aire

Instantánea de los ensayos de la obra de Aristófanes, 'Las aves'

Instantánea de los ensayos de la obra de Aristófanes, 'Las aves' / D. S.

La historia escrita por el griego Aristófanes hace 2.500 años le sirve como un guante al director Juan Dolores Caballero para fabular con la efímera (y pretendida) república catalana. Los dos atenienses que fundan la ciudad de las aves, entre el Olimpo y la tierra de los humanos, hablan con un acento tan catalán que incluso habría que pedirles que lo dulcificaran para poder seguir sus parlamentos sin perder detalle. Van huyendo de una Atenas donde todo se lleva a juicio y la corrupción es el pan de cada día.

Convencen, en un pispás, a unos pájaros que vivirán, a partir de la creación de esta nueva ciudad, en una república donde todos serán ricos, no habrá juicios y desaparecerán los males de la tierra.

Y todo esto que comento está en el texto de Aristófanes, coma por coma. Hacía falta un director como Juan Dolores para darse cuenta de la similitud del sueño de algunos catalanes con el de Pistetero y Evélpides, nuestros protagonistas, y ofrecer esta inmejorable versión, desde Andalucía, de uno de los problemas más graves que vive nuestro país. Aparece el procés, el tres por ciento, la judicialización de la cosa pública, el 155, y un sinfín de referencias a nuestra actualidad sin que, en ningún momento, se pierda el texto del griego Aristófanes.

El Chino, sobrenombre de Juan Dolores Caballero, pisa fuerte y recupera su sello más personal. El trabajo corporal de los diez actores roza la perfección (vemos pájaros en todo momento), no hay disfraces, solo unos picos. El trabajo de sus intérpretes está a la altura de la excelente versión y todos deberían ser mencionados en esta crítica. Aún así, es justo celebrar a la maravillosa Belén Lario, irreconocible como mujer, en su papel de Pistetero.

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