Rob Reiner: adiós al artesano discreto
Salir al cine
Asesinado el pasado domingo junto a su esposa a manos de su hijo, el cineasta deja un legado de títulos icónicos del cine norteamericano de los 80 y 90 que han resistido la prueba del tiempo y pasado el relevo generacional
Tristes casualidades de la vida, este fin de semana veíamos en casa Spinal Tap II: The end continues, que quedará ya para siempre como su última película, apenas unas horas antes de conocer la trágica muerte de Rob Reiner y su esposa Michele Singer acuchillados a manos de su propio hijo Nick en su mansión de Brentwood, Los Ángeles.
El cineasta, guionista y productor regresaba hace unos meses al que fuera su primer éxito como director (1984), hoy convertido como muchos de los suyos en un filme de culto, y a sus entrañables y patéticos rockeros en horas bajas (acompañados por leyendas como Paul McCartney y Elton John), en un ejercicio de nostalgia que tal vez ya fuera lo único que se le permitía hacer en este Hollywood infantilizado y franquiciado donde él fue, allá por un periodo de gracia entre los 80 y los 90, el mejor y más popular exponente de unas ciertas cualidades clásicas relacionadas con la artesanía, el buen manejo de los géneros, la calidad de los guiones (firmados por William Goldman, Norah Ephron o Aaron Sorkin) y la complicidad con unas estrellas (Billy Crystal, Meg Ryan, Tom Cruise, Jack Nicholson, Diane Keaton, Kathy Bates, James Caan, Morgan Freeman, Michael Douglas, Bruce Willis, Michelle Pfeiffer) dispuestas a contar historias adultas, incluso en aquella Cuenta conmigo (1986), fábula de amistad e iniciación juvenil que lo lanzó a la fama junto a sus jóvenes intérpretes.
La muerte tiende a magnificar la importancia o el valor real de algunos artistas, más aún si, como en este caso, ha acontecido de una manera tan brutal. Reiner tal vez nunca cotizó a la altura de los muchos maestros de su misma generación, quizás porque nunca se lo propuso. De hecho, no hay rastro de su nombre en 50 años de cine norteamericano, ese libro referencial (Akal) de Tavernier y Coursodon que cada vez lo será menos a la vista de sus muchas e imperdonables lagunas.
No era la suya la carrera de un autor aunque acabara siéndolo (por capacidad de aglutinación y por la creación de familias creativas a su alrededor: de Jerry Seinfeld a Christopher Guest), sino más bien la de un privilegiado heredero de una tradición (su padre, Carl Reiner, fue un gran comediante y estupendo director: Cliente muerto no paga) que se movió indistintamente entre la televisión y el cine, entre el directo y las risas enlatadas, sin hacer distingos ni marcar fronteras. Un hombre del espectáculo, en definitiva, siempre amable y sonriente (la procesión familiar, ahora lo hemos sabido, iba por dentro), liberal, comprometido y demócrata en un país donde la cultura popular aún era un lugar de encuentro y no un campo de batalla ideológico que el propio Trump ha seguido enfangando aún más a propósito de su muerte.
Como director y productor (a través de su compañía Castle Rock, en deuda con Stephen King, al que adaptó en varias ocasiones), Reiner encadenó uno tras otro entre mediados de los ochenta y los primeros noventa seis títulos esenciales del cine de su tiempo, todos ellos de gran éxito popular, que se sostienen por sí mismos en sus respectivos y variados registros, de la comedia romántica al terror psicológico, de la parodia de los cuentos de hadas al drama judicial-militar, sin olvidar el más canónico de los mockumentaries, y han superado la infalible prueba del paso del tiempo para permanecer como verdaderos clásicos contemporáneos: This is Spinal Tap (1984), Cuenta conmigo (1986), La princesa prometida (1987), Cuando Harry encontró a Sally (1989), Misery (1990) y Algunos hombres buenos (1992).
Todos ellos se recuerdan hoy como depositarios de momentos, situaciones, personajes o frases memorables, todos ellos lanzaron a sus protagonistas, les dieron grandes papeles o afianzaron su estrellato, todos metieron en las salas a millones de espectadores de todo el mundo sin ningún efecto especial y siguen programándose con regularidad en las televisiones y plataformas alimentados por el boca a oreja intergeneracional o la viralidad memética de algunas de sus secuencias.
Filmin tiene actualmente disponible en su catálogo Cuenta conmigo, Algunos hombres buenos, Misery, Cuando Harry encontró a Sally y la más reciente A la sombra de Kennedy. En Amazon Prime Video, en modalidad de alquiler, pueden encontrarse La princesa prometida, This is Spinal Tap, Spinal Tap II: el final continúa, El presidente y Miss Wade, Fantasmas del pasado o Historia de lo nuestro. En HBO Max pueden recuperar su documental sobre el cómico y cineasta Albert Brooks, Defending my life, y en Netflix pueden ver Ahora o nunca, Así nos va y Flipped.
No se encuentra a día de hoy en streaming Being Charlie (2015), la película autobiográfica en la que Reiner abordaba los problemas de adicción de su hijo y su relación con él, un ejercicio terapéutico que desgraciadamente no parece haber servido de mucho a ninguna de las partes.
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