Música en la piedra
Mapa de Músicas | José Mª Sánchez-Verdú. Compositor
IBS Classical publica diecisiete años después la grabación del estreno en la catedral de León del Libro del frío, partitura de José Mª Sánchez-Verdú sobre el poemario homónimo de Antonio Gamoneda
José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968) mantiene su residencia oficial en Berlín y sigue enseñando en Düsseldorf, pero se define como “muy gaditano” y “español por los cuatro costados”. De hecho, desde hace cuatro años es también Catedrático de Composición en el Conservatorio de Madrid y, por eso, pasa ahora temporadas en la capital española, y por eso es desde allí desde donde me atendió vía telefónica el pasado miércoles para hablar del Libro del frío, una partitura monumental para contratenor, órgano, orquesta y cinco grupos instrumentales espacializados que se estrenó el 3 de octubre de 2008 en la Catedral de León en una interpretación que ahora, diecisiete años después, ve por fin la luz discográfica gracias al sello IBS Classical.
“Es la grabación del estreno, hecha por Pablo Vega, un técnico increíble que captó toda la catedral”, explica Sánchez-Verdú. “El proceso de edición ha costado cinco años, porque había que revisarla, mezclarla, pero es la toma viva, con la reverberación real de las bóvedas y las piedras”. La espera ha valido la pena: el disco transmite una espacialidad casi palpable aunque, como él mismo advierte, “donde esté la música en el espacio real… las grabaciones son mera documentación”. Porque Libro del frío nació para la Pulchra Leonina, pensada milímetro a milímetro para su arquitectura gótica: Carlos Mena cantando desde el púlpito del Evangelio, la orquesta en el crucero sur, tres grupos instrumentales colocados en el altar mayor, el coro y el crucero norte, una trompa en la girola, dos violines en el gran rosetón, todos en diálogo con los dos cuerpos del antiguo órgano del templo. “Era como poner en funcionamiento toda la catedral”, recuerda. “Muchos músicos me seguían por monitores; yo dirigía a la Sinfónica de Galicia y manejaba con las manos fuentes sonoras que venían de todas partes”.
La obra parte del poemario en prosa homónimo de Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), una de las cumbres de la poesía española del siglo XX, publicada en 1992. Sánchez-Verdú seleccionó siete textos que giran en torno al frío existencial, la memoria, la pérdida y, muy especialmente, el sonido y el silencio: “Tú no estás ya en tus oídos”, “Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible”, “¿Es que va a cesar también la música?”... “En Gamoneda el primer nivel de la poesía es el ritmo y lo sonoro, antes que el contenido semántico”, subraya el compositor. “Cuando hablo con él siempre hablamos de música antes que de poesía. Para los dos la distancia entre una y otra es mínima”. Esa afinidad ha crecido con los años: mantiene con el poeta una relación de diálogo constante, en la que se cruzan ideas sobre la respiración del verso, la vibración de las palabras o el modo en que la imagen verbal puede proyectarse en un espacio físico.
El vínculo entre ambos creadores tiene algo de mágico. Durante años Sánchez-Verdú trabajó en varios monasterios leoneses; en Santa María de Carrizo escribió buena parte de la partitura. Un día la abadesa vio el nombre de Gamoneda en sus papeles y comentó que el poeta había estado allí años antes. Cuando se lo contó al propio Gamoneda, descubrió que varios poemas del Libro del frío habían nacido en la misma celda. “Se unieron los tiempos y los espacios de una forma que no dejo de describir como mágica”, confiesa Sánchez-Verdú todavía emocionado.
La partitura incorpora además la antífona mozárabe Memorare Domine del Antifonario de León (siglo X), que resuena como un eco milenario entre los grupos instrumentales. “Lo que más me gustaba no era mi música, sino cómo resonaba en la piedra”, dice. “Para mí la música era precisamente eso que quedaba después del ataque: la vibración, el retumbar”. Esa idea está ligada a muchos de sus referentes estéticos, en los que junto a la misma poesía, la geometría o los iconos, juega un papel esencial la arquitectura, pero también la pintura. De hecho, el compositor se declara sinestésico (“oigo las notas con colores”) y por eso eligió personalmente el azul frío de la portada del CD, ilustrada por sus propios borradores tomados en la catedral: “En esos bocetos ya está contenida toda la obra, en lo plástico, en lo visual que para mí tienen las imágenes”.
Carlos Mena, contratenor que ya había sido el Seminarista en su ópera El viaje a Simorgh un año antes en el Teatro Real, encarna la voz poética con una expresividad que el compositor califica de “irrepetible”. Junto a él, Óscar Candendo al órgano histórico y la Sinfónica de Galicia completan un reparto para una obra que no se ha programado demasiado. “Hace unos años la hice en la Frauenkirche de Dresde con la Filarmónica local y Simone Young. Desde entonces no volvía a la obra. Escucharla ahora, después de tanto tiempo, me pincha la piel porque me siento en cada sonido”, reconoce. “No suelo escuchar mi música grabada –me parece horroroso–, pero en vivo es otra cosa: la energía de los intérpretes, el espacio…”.
El disco se completa con Limina (2013), una pieza para órgano solo que Sánchez-Verdú escribió para la inauguración del nuevo Klais de la catedral leonesa, que ese día tocó Daniel Oyarzabal. “Limina significa ‘umbrales’, ‘límites.’ Es un viaje poético por los rincones de luz y arquitectura de la Pulchra”. Dos obras, un mismo templo, dos órganos distintos pero la misma reverberación que atraviesa siglos.
A sus 57 años, Sánchez-Verdú sigue con una actividad imparable; acaba de estrenar en Amberes una pieza para gran orquesta, con una mezzo, pero incluyendo en el instrumental un organetto y un laúd renacentista. El universo del primer Renacimiento resuena de forma habitual en sus partituras: “Para mí es un territorio único de la historia”, sentencia. La poesía sigue siendo fuente constante de inspiración, y actualmente trabaja con Chantal Maillard en nuevos proyectos. Libro del frío permanece, sin embargo, como una de sus obras más queridas. La grabación está dedicada a la memoria de Fernando Quiñones, alma del Festival Internacional de Órgano Catedral de León. “Reforzar hoy esa dedicatoria con su recuerdo es lo mínimo que puedo hacer”, concluye. Diecisiete años después, la catedral sigue resonando en este azul helado y profundo que, por fin, podemos llevarnos a casa.
La ficha
LIBRO DEL FRÍO
José María Sánchez-Verdú (1968)
Libro del frío, para contratenor, órgano, orquesta y cinco grupos instrumentales espacializados [2008]
1. Tengo frío junto a los manantiales
2. Alguien ha entrado en la memoria blanca
3. Interludio I
4. Hay un anciano ante una senda vacía
5. Amé todas las pérdidas
6. Interludio II
7. Tú no estás ya en tus oídos
8. Frío de límites
9. Música al borde del abismo
10. Limina, para órgano solo [2013]
Carlos Mena, contratenor
Óscar Candendo, órgano
Orquesta Sinfónica de Galicia
Director: José María Sánchez-Verdú
Daniel Oyarzabal, órgano [en 10]
IBS Classical
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