Sara Sálamo: “A través de Isco, quería hablar de la vulnerabilidad de todos”
La actriz presenta ‘En silencio’, el documental que dirige y en el que retrata la recuperación del jugador tras una lesión.
Iván Zulueta, el eremita en éxtasis
En un fotograma de En silencio, el documental que dirige la actriz Sara Sálamo sobre el proceso de recuperación de su pareja, el futbolista del Real Betis Balompié Isco Alarcón, tras una lesión que le apartó del terreno de juego, el centrocampista anda torpemente, apoyado por unas muletas, sobre la hierba de un Benito Villamarín sin espectadores. Lejos de esa estampa triunfal del jugador que celebra eufórico un gol en una carrera y se abraza a sus compañeros, tan habitual en la iconografía del fútbol, aquí el partido es otro y transcurre en una soledad estremecedora: en ese espacio imponente, un tipo esquiva la rabia y la tristeza ante su infortunio –mientras se lamenta, podría estar jugando la Eurocopa de no haberse torcido su destino– y procura aferrarse a la esperanza de un regreso.
“¿Cuántas veces puede quedarse uno fuera sin romperse del todo? ¿Qué significa recuperarse?”, se interroga a lo largo del filme la voz en off de Sálamo, que presenta en el Festival de Sevilla, dentro de la sección Panorama Andaluz, su primer largometraje tras las cámaras. Un proyecto en el que ha partido de un material cercano para retratar “el miedo, la vulnerabilidad, de cualquier persona”. Porque la intérprete de películas como El favor o Al otro barrio siente que “lo que le ocurrió a Isco nos puede pasar a cualquiera, que en el mejor momento de tu vida te venga un golpe que no esperas y tengas que lidiar con ello y jugar con las cartas que te dan. La cuestión es qué haces con eso que te toca, cómo reaccionas y te comportas, si continúas adelante... o no”, explica la directora.
Así, En silencio. La resiliencia de Isco Alarcón –que tras su paso por el Festival de Sevilla se estrenará en salas el día 21– aborda cuestiones como la salud mental o el concepto, hoy en revisión, de la masculinidad. “Vemos a un hombre totalmente roto, pero como enseñan a los hombres a romperse, que nunca es de manera estrepitosa”, afirma la canaria, interesada en la herencia que arrastramos cuando nos contemplamos a nosotros mismos. “Nos pesan los comentarios de la infancia, esta historia de que las chicas nos debemos sentar como una señorita o la idea de que un chico es una niña si llora... Esa educación repercute en quién eres hoy y cómo afrontas la vida. Por eso, cuando Isco me dice frases como ‘Todavía tengo miedo’, me interesa preguntarme desde dónde lo dice”.
En alguna escena del documental surgen las tensiones, e Isco reclama a Sálamo que preferiría tener el apoyo de su mujer en los momentos de crisis antes que a la directora dejando constancia de todo lo que sucede. “Esa es la secuencia favorita de todo el mundo”, confiesa ella entre risas. Más allá de debilidades puntuales, el jugador gestiona con amabilidad y resignación los contratiempos. “Yo siempre digo que es un estoico, realmente es una persona bondadosa. Creo que le he hecho un retrato honesto, aparte de una carta de amor. Es el primer documental deportivo-romántico”, bromea Sálamo.
La cineasta trata de captar con la cámara –así lo dice en el documental– “lo que con el corazón ya sabía. Cuando alguien está enamorado siente la necesidad de gritarle al mundo que la persona a la que quiere es maravillosa, y yo he tenido esa oportunidad”, declara la actriz.
“Vemos a un hombre totalmente roto, pero como enseñan a los hombres a romperse”, dice Sálamo
Sálamo brinda esas emociones, no obstante, encauzadas en una cuidada planificación. “Me voy a ganar la enemistad de las productoras por decir esto, pero vi mucho documental deportivo y casi todo era más un reportaje que una película. Yo quería contar cómo se enfrentaba Isco a esta recuperación, pero hacerlo con una forma cinematográfica”. Especialmente valiosas son las tomas del Villamarín: el estadio, casi fantasmagórico sin la presencia de aficionados, se antoja una prolongación del estado de ánimo de Isco. “Para mí era muy importante grabar ahí, porque esas gradas se están derribando con la reforma. Y da la impresión de que esas paredes desprenden la energía de todo lo que han visto, que algo queda impregnado de toda la pasión, todo el derroche con que la gente vive los partidos. Antes hablábamos de la educación que han recibido los hombres, y en el fútbol se les permite sacar todo, y a veces un estadio es la jungla. Me preguntaba cómo resuena eso en la arquitectura”.
Un plano de Isco adentrándose en la piscina podría recordar a una de las escenas iniciales de Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, con el que Sálamo colaboró en el mediometraje Extraña forma de vida. “Ha sido una casualidad”, reconoce. “Debería tirarme el pisto y decir que era un homenaje a Pedro, para que me quiera mucho, porque lo admiro, pero no ha sido un tributo consciente”. Preguntada por qué ha aprendido de maestros como el manchego o el iraní Asghar Farhadi, que la dirigió en Todos lo saben, la actriz defiende que “tanto él como Almodóvar trabajan para que su forma de mirar sea lo que quede en la película, que su autoría deje una impronta”.
Sálamo, que antes de En silencio había rodado varios cortos, no anheló desde siempre ser directora, aunque albergó un impulso creativo que iba más allá de la actuación. “De pequeña me gustaba mucho escribir, y de hecho he ido a cursos de literatura con mi padre, que es autor de novelas negras, un poquito turbias”, revela con cariño. En 2020, ella publicó El ocaso del mono que arañaba la pared, pero su lanzamiento coincidió con la pandemia. “Fui de promoción a La Resistencia y Broncano le echó alcohol al libro [ríe], pero no pudimos hacer firma de ejemplares y la obra pasó desapercibida. Pero en una productora leyeron la novela y me llamaron para llevarla al cine. Les comenté que llevaba 15 años como actriz, que no sabía de guión ni de dirección, que no me había formado para eso. Pero recogí el guante y me puse a estudiar. De modo que las puertas que se cerraron con El ocaso del mono... al mismo tiempo abrieron otras, han permitido que ahora esté aquí. La vida es eso: caerse y levantarse, que te digan que no un día y que otro te escojan”, concluye una intérprete que forma parte del reparto de Nueve lunas, una comedia de Patricia Ortega (Mamacruz), y que como directora celebra que “se acerca la preproducción” de un proyecto, Hortelana, que llevaba unos años gestando.
También te puede interesar
Lo último