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"He sido y sigo siendo una oveja negra en el flamenco, a mucho orgullo"

  • Cuatro décadas después de la prohibición de su recital en el Lope de Vega, el artista regresa este miércoles al mismo teatro para rendir homenaje a su "maestro del verso", Miguel Hernández

El cantaor morisco estará el miércoles 28 de febrero en el Lope de Vega con 'Manuel Gerena canta con Miguel Hernández'.

El cantaor morisco estará el miércoles 28 de febrero en el Lope de Vega con 'Manuel Gerena canta con Miguel Hernández'. / juan carlos vázquez

En los años de dictadura, Manuel Gerena vendió más de 100.000 copias de discos como Cantes del pueblo para el pueblo o Cantando a la libertad, "una cifra que sólo superaba el Dúo Dinámico y Triana", recuerda el cantaor. Además, los conciertos de este Flamenco con causa, como titulará su próximo libro de poemas, eran seguidos en masa por aquellos que compartían su lucha. Sin embargo, uno de ellos, el que iba a ofrecer en 1976 en el teatro Lope de Vega de Sevilla, se le quedó al artista como una herida abierta tras ser prohibido minutos antes de empezar. Entonces, megáfono en mano, salió el cantaor a la puerta y alzó la voz por martinetes ante el público que allí se congregaba. Ahora, cuatro décadas después, el artista se quita la espina con un recital que tendrá lugar el miércoles (20:30), Día de Andalucía, y en el que rendirá homenaje a su "maestro del verso", Miguel Hernández, con motivo del 75 aniversario de su muerte.

-A sus 72 años ¿le sigue imponiendo el escenario?

-En mis cincuenta y tantos años de carrera he cantado en grandes estadios, en teatros llenos y en escenarios donde no hemos sido más de 50. Cuando vienen pocos, para caldear el ambiente, les digo que somos los mejores y que los que no están se lo pierden. El escenario es muy frío, una vez se enciende la luz no puedes ni respirar, todo sale en el micro. Por eso hay que pensar que está lleno y que el público te está escuchando, porque si no, no te puedes quejar igual. El flamenco es muy profundo, no basta con emitir la voz. Tienes que transmitir emociones y eso a veces se consigue y otras no, pero hay que intentarlo.

-¿Por eso eligió el flamenco como la música de su lucha?

-Lo elegí porque es la que me gustaba y la que más fuerza tenía para la reivindicación, para llamar a la libertad, a la democracia, a la dignidad... Es verdad que no pensaba ser cantaor, trabajaba en el campo desde los 10 años, como los niños y las niñas de la época. Pero en Morón conocí a Diego del Gastor, que me enseñó las primeras falsetas por soleá, y entonces yo ya escribía mis versos, así que me acabé decidiendo por cantar.

-¿Son más comprometidos en otras artes que en lo jondo?

-Es que, en realidad, yo he sido siempre una oveja negra en el flamenco y lo sigo siendo, a mucho orgullo. Quiero decir, no trato de imponer el flamenco que se debe hacer, pero los grandes cantos del mundo nacen siempre de una situación de reclamo. Creo que el ser humano no debe caer en la trampa del silencio, eso es lo peor.

-¿El flamenco es facha, como ha declarado usted alguna vez?

-Desgraciadamente en el flamenco hay mucho facha, pero no he dicho que el arte en sí lo sea. Al contrario, defiendo el flamenco como un cante revolucionario porque lo es, aunque no haga alusión a lo político o a lo social. Es en sí misma una música revolucionaria, entendiendo el término como la manifestación necesaria de los seres humanos para no ser explotados por otros, como están haciendo ahora las mujeres.

-¿Qué diría que ha mejorado en lo jondo?

-Me gustaría que hubiese cambiado más porque, como muchas otras artes, el flamenco debe volar en libertad para que sea auténtico y no se encasille. El arte jondo ha evolucionado mucho, pero todavía se oyen voces de muchos que quieren que se sigan haciendo las cosas tal cual las hacían los maestros. Y habla un mairenista, que era además íntimo amigo, pero hay que dejar que cada uno aporte lo suyo. El flamenco no puede ser una pieza de museo, lo que está ahí debe servir de inspiración para decir algo nuevo.

-Céntrandonos en el recital del miércoles, regresa por fin al Lope y con Miguel Hernández...

-Realmente lo de ahora es un disco que saqué en 2001, que en 2010 se reeditó y que ahora hemos sacado con dos temas nuevos: Nanas de la cebolla y Carta. Va a aser un concierto muy emotivo del que adelanto que habrá muchas sorpresas. Miguel Hernández siempre ha estado en mí y en él estoy yo porque es mi maestro. Mi poesía está inspirada en su obra, es como si yo fuera un ayudante suyo.

-¿Qué encuentra en sus versos que no ha visto en otros poetas?

-Es un poeta muy rico en su verso y en su mensaje que no sólo no está caduco, sino que desgraciadamente está vigente porque seguimos con la necesidad de reivindicar lo mismo. Es verdad que no es igual que cantar mis propias letras porque ahí soy el responsable de mi palabra. De hecho, ése fue uno de mis problemas con la dictadura, que no podía escudarme en que no sabía lo que estaba cantando. Por eso conozco casi todas las comisarías de España...

-¿A quién ha incomodado más?

-He sido siempre muy incómodo para los flamencos, no para los ortodoxos sino para los que forman parte del establishment. La polémica en torno a mí no era si hacía o no flamenco, sino el mensaje, que evidentemente ofendía y molestaba a la derecha.

-El concierto se celebra en una fecha emblemática, y usted además tiene la Medalla de Andalucía. ¿En qué Andalucía cree?

-En una Andalucía posible en plena libertad e igualdad. Puede parecer utópico pero en la utopía está el inicio para cambiar las cosas.

-Antaño sus conciertos acababan con vítores de "¡Amnistía y libertad!", ¿cómo le gustaría que terminara el del miércoles?

-Igual. Ya no con amnistía pero sí con libertad y justicia para la paz. porque sin justicia no hay paz posible.

-¿Con qué versos suyos cerraría esta entrevista?

-Hay unos que llevo mucho tiempo cantando, que no son los más revolucionarios pero me definen muy bien: "Entre la vida y la muerte hay un tiempo que se va, cada minuto merece vivirlo en la libertad".

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