Historias de un flamenco | Crítica
La rumba de ayer
Artes escénicas
A Raquel Madrid, una creadora ecléctica a la que las etiquetas de bailarina, actriz o artista de circo no hacen justicia, le gusta esquivar el desencanto y buscar motivos para la celebración, como demuestra que los espectáculos a los que ha dado forma con su compañía, Dos Proposiciones, se inspiraran en un fin de año, una boda, un cumpleaños o una cena familiar. Ahora, apoyada en la dramaturgia de Ruth Rubio y en un reparto en el que comparte escenario con viejos conocidos, Anna Paris, Cipri López, Arturo Parrilla y Sandra Ortega, presenta en la sala B del Teatro Central este fin de semana (viernes y sábado, a las 19:30, entradas agotadas) un montaje, Still? (Tientos de la ruina futura), que surge a partir de un dato: los 18 años que cumple su compañía, algo que "puede calificarse de milagro teatral".
"Me di cuenta cuando ya teníamos cerrada la fecha. ¡Uy, los dieciocho! La mayoría de edad y la confirmación de que ya no somos jóvenes promesas", asegura Madrid sobre una pieza en la que estos profesionales de la escena, como corredores de fondo, miran atrás y contemplan el recorrido hecho entre el orgullo y el cansancio. "¿Todavía seguimos? ¿Todavía estamos contentos? ¿Queremos seguir haciendo esto?", enumera la coreógrafa sobre las preguntas que levantaron el andamiaje inicial de Still? "Entre los temas aparecieron las ruinas de lo que nos prometieron, las expectativas que teníamos en los comienzos. En aquellos tiempos todo parecía Jauja, yo monté la compañía y me salían bolos con caché por Andalucía, estaba en La Cuadra de Salvador Távora y viajaba por el mundo y tenía una nómina... Todo eso se fue a la mierda, pero la historia es que nosotros, pese a todo, seguimos aquí", reflexiona la artista.
No es casual que la acción de la obra se sitúe en el Pabellón del Futuro de la Expo 92, que se describe en las notas de Still? con "la antena del Instituto de Astrofísica de Canarias para mandar mensajes al espacio y la réplica de 70 metros del cohete Ariane 4 apuntando al cielo". Un trasfondo con el que Madrid y su equipo dedican "un homenaje a los 90. Sevilla era entonces la fiesta de las artes escénicas. Me recuerdo en el bar de La Imperdible, con Paco León haciendo sus experimentos y tirando huevos... Yo estudiaba Derecho, y en Arte Dramático era la rara que quería ser abogada, y en Derecho era la rara que quería ser actriz, iba sola a ver todas esas actuaciones porque tampoco tenía muchos amigos. En esos bares y esos teatros vi un montón de cosas, fue una educación paralela la que recibí", dice esta profesora en la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla.
La obra que se estrena en el Central se cuestiona también por las trampas de la vocación, por cómo ésta afecta a la esfera doméstica. "Dedicándote a esto sacrificas mucho de tu vida personal. ¿Hemos cuidado a nuestras parejas, a nuestros amigos?", comenta Madrid, que se alía por primera vez con la dramaturga Ruth Rubio. "Nos seleccionaron para el proyecto Centre Stage, una historia de la Unión Europea que proponía un intercambio con Irlanda y con Suecia... El problema es que coincidió con la pandemia y no pudimos viajar a ningún sitio, salvo las guiris que vinieron a Málaga todo el rato. [José F.] Ortuño no podía escribir para este espectáculo y pensé en Ruth. Ella era de Punta Umbría y yo veraneaba allí, nada podía salir mal. Nos intercambiamos trabajos. Fue un poco un Tinder, ella me enseñó sus cositas, yo las mías, y al final hicimos match", bromea la intérprete, que con Dos Proposiciones ha visitado enclaves tan distintos como Venezuela, EE UU o Vietnam.
Still? ha propiciado el reencuentro de un reparto junto al que Madrid ha construido su carrera. "Sandra y Anna son muy bailarinas y Arturo y Cipri son muy actores, y yo los quería a todos al mismo nivel de danza y de interpretación. Ha sido muy gracioso", dice una directora "que disfruta como espectadora en los ensayos: me encanta ver cómo construyen los personajes, cómo se hacen con la coreografía. Era tal placer que a veces los intérpretes me preguntaban si no les corregía nada".
La propuesta, señala su creadora, tiene un componente sentimental, aunque pasará desapercibido para el público: una escenografía "en la que hay guiños y recuerdos a mis ancestros, a mis padres, a mi abuela", expone Madrid, que se describe a sí misma como "un poco Isabel Allende, siento que llevo a mis fantasmas conmigo".
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