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Susana Martín Gijón | Escritora

"Mostrar la Sevilla real era un reto literario importante"

  • Después del éxito cosechado con 'Progenie', la autora retoma las andanzas de la policía Camino Vargas, que ahora, en 'Especie', se enfrenta a una cruel trama de explotación animal

La escritora Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981).

La escritora Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981). / José Ángel García

Tras la aclamada Progenie, la sevillana Susana Martín Gijón recupera a su protagonista, la jefa del Grupo de Homicidios Camino Vargas, y a la ciudad de Sevilla como escenario, en Especie, un intenso thriller con el trasfondo de la violencia que se da en determinadas formas de explotación animal.

–¿Ha cambiado Camino Vargas entre aquella novela y ésta?

–En gran medida sigue siendo la misma. En Progenie pasó por ese arco del personaje que sufren todos los protagonistas de este tipo de novelas, y tuvo que ponerse frente a situaciones para las que no estaba preparada y por ello se vio obligada a cambiar su mirada sobre diferentes asuntos para poder resolver el caso. En Especie nos encontramos con la Camino que los lectores están esperando: esa mujer bruta, insensible, comilona, torpe, disfrutona, que dice lo primero que se le pasa por la cabeza sin un solo filtro. Aunque también es verdad que ha habido ciertos cambios, la relación con Paco Arenas, que ha despertado del coma, es diferente, por ejemplo. Y en esta nueva entrega la enfrento a otra situación límite, que la obliga a cambiar de nuevo su mirada.

–Si en Progenie se asomaba al mundo de la reproducción asistida y de la maternidad, en Especie nos muestra el lado más cruel de la explotación animal. De nuevo, un mirada a los rincones más perversos de nuestra sociedad.

–El trato que damos a los animales es el tema que he escogido para esta novela, ya que siempre trato de abordar un tema social, que me preocupa especialmente, en mis historias. Especie es una reflexión sobre lo que comemos y cómo llegan esos animales hasta nosotros, así como del abandono de los animales domésticos, los animales salvajes en casa, o las condiciones que llegan a padecer como consecuencia del trato que reciben en determinadas formas de experimentación o en su utilización por la industria cosmética. Me planteo en la novela hasta qué punto el ser humano se considera tan encima de todo, que por un beneficio económico o de utilidad contamos con los suficientes argumentos para ejercer sobre los animales todo tipo de padecimientos y sufrimientos, aplicándoles una violencia extrema en algunos casos. Y todo por obtener placer o rentabilidad. Ese es el tema de fondo, inmerso en una trama que he intentado que fuera lo más trepidante posible.

–De nuevo, en Especie, la novela negra como un espacio para el realismo social, incluso para la denuncia...

–Cualquier género literario se puede usar como herramienta de transformación social, así como de visibilización, y la novela negra da mucho juego en ese sentido. Y es así porque nos da la posibilidad de profundizar en determinadas realidades, a través de la delincuencia y del crimen, que nos permiten escarbar la superficie, hasta ver lo que hay en el interior. Muchas de las novelas de género que se están escribiendo ahora son novelas-denuncia.

–Combina en sus historias personajes muy poderosos con tramas muy bien construidas, ¿cree que son los elementos esenciales de toda novela negra?

–Para mí son elementos esenciales. Personajes potentes, y no sólo los protagonistas; intento que todos los que participan en la acción cuenten con diferentes capas, que sean poliédricos, que no sean planos, tampoco extremos o estereotipados. Por eso, tanto Progenie como Especie, gracias a este grupo sevillano de Homicidios, son dos novelas muy corales. Todos los personajes están muy inmiscuidos en el caso, pero todos al mismo tiempo nos muestran sus relaciones humanas. Y la trama por supuesto que es importante, necesitamos imágenes que fluyan, que al final consigan esa adicción que se despierta en los lectores.

–Sevilla como escenario de la novela negra: una ciudad repleta de posiblidades y contrastes.

–En los últimos años, muchas novelas de género se sitúan en localizaciones muy concretas, a las que conceden un destacado protagonismo. Para mí siempre ha sido así. Y como lectora me ha sucedido igualmente. He leído muchas novelas ambientadas en los Estados Unidos, en un principio, después en los países nórdicos, y ahora que por fin empezamos a apostar en España por una novela negra de calidad, nos encontramos que muchas obras se sitúan en Madrid, Valencia o especialmente Barcelona, que es el escenario de muchísimos títulos. Sin embargo, me di cuenta que Sevilla estaba bastante inexplorada, siendo un escenario magnífico: es una ciudad grande, con diferencias considerables entre unos barrios y otros, con un gran patrimonio, una ciudad repleta de arte, con su propia gastronomía, que juega un papel muy importante en la literatura. Mostrar más de Sevilla, de la Sevilla real, me parecía un reto literario importante, y por eso hasta incluyo un mapa del crimen, de diferentes espacios de la ciudad conectados en la resolución del caso.

–¿Cree que sigue habiendo una especie de menosprecio o recelo hacia la novela negra?

–Tengo la impresión de que se va superando. La novela negra puede ser tan de calidad como cualquier otra. Puedes tener una prosa exquisita, combinada a la vez con unos elementos que son muy difíciles de conseguir, como son una trama trepidante, y también ese juego con los lectores de tratar de adivinar quién o quiénes son los culpables. Desde luego es uno de los géneros por los que más se está apostando y si los lectores apuestan por ella será por algo.

Progenie fue una de las lecturas preferidas durante el confinamiento, en el que muchos españoles se entregaron a la lectura. ¿Un estímulo más?

–Fue una experiencia muy bonita, satisfactoria y conmovedora. La literatura como herramienta social, abordando unos determinados temas, pero sin olvidar su principal objetivo, que es el de entretener y, en este caso concreto, también el de desconectar de una realidad tan dura como la que estábamos y estamos viviendo. Me han emocionado muy especialmente las fotografías que me han enviado lectores ingresados en los hospitales, con el libro en la mano, que le estaba sirviendo para olvidarse durante unas horas de esa situación tan delicada en la que estaban inmersos.

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