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Cultura

Una y todas las guerras

Escritor y catedrático de Política Económica, Justo Sotelo (Madrid, 1960) ha publicado varias novelas -esta hace la cuarta, desde La muerte lenta (1995)- caracterizadas por una prosa cuidada pero de maneras sobrias, que aúnan el buen oficio y la intención moral. Esto último, cuando se aplica a la guerra civil o a sus consecuencias, se ha vuelto peligroso en los tiempos que corren, pues la saturación de novelas en torno a la memoria histórica ha hecho que los lectores desconfíen, no sin justificadas razones, de los argumentos que reinciden sobre un tema que fue silenciado durante décadas y hoy parece demasiado sabido. Esta novela, sin embargo, dura y bienintencionada, no tiene nada de complaciente.

Teo Abad, el narrador, es un reportero de 40 años que regresa a Madrid después de haber cubierto la guerra de Iraq, dispuesto a reencontrarse con su padre y con el paisaje familiar del barrio de Entrevías. Allí retoma el contacto con una serie de personajes sobre los que planea el recuerdo directo o indirecto de otra guerra, la de España: el propio padre, obsesionado con la destrucción del Valle de los Caídos; Judith, hija de desaparecidos que busca los restos de sus padres para darles sepultura, como una moderna encarnación de Antígona; el anciano padre Román, director espiritual de la parroquia; la Niña, una mujer enferma que no es mencionada por su nombre, o Edipa, víctima de la talidomida. El trasfondo de la historia es ciertamente melodramático, pero Sotelo evita el sentimentalismo para describir a sus personajes, entre los que destaca un grupo de mujeres poderosas que se han crecido en la desgracia.

El discurso del narrador es potente, sugiere más de lo que cuenta y maneja con eficacia los saltos en el tiempo. Hay pasajes de gran crudeza juntos a otros de rara intensidad lírica. La experiencia de Teo como reportero en sangrientos conflictos hace que afloren las invisibles conexiones entre todas las guerras, desde una perspectiva muy alejada de la épica que pone el énfasis en el dolor de las víctimas. Pero la vida cotidiana contiene tragedias calladas y menos espectaculares, igualmente necesitadas de superación para quienes las sufren. Dejando aparte el título, no precisamente afortunado, Entrevías mon amour es una novela emocionante y bien escrita, ideológica pero nada sectaria y de impecable discurso pacifista, que plantea la necesidad de luchar y seguir adelante sin caer en el buenismo o la retórica consoladora.

Justo Sotelo. Bartleby Editores. Madrid, 2009. 306 págs. 17 euros.

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