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'Kooza' en el Charco de la Pava

En la trastienda del Circo del Sol

  • Sevilla se despide este domingo de 'Kooza', el montaje que ha acercado a la capital desde el 16 de enero la magia y la factura más artesanal de la compañía canadiense

El vestuario diseñado en el atelier canadiense es una de las grandes bazas de 'Kooza'.

El vestuario diseñado en el atelier canadiense es una de las grandes bazas de 'Kooza'. / José Ángel García

El inmenso baúl que es Kooza (derivado de la palabra en sánscrito con ese significado) tiene un doble fondo. A la vista, el espectáculo sobre la gran carpa. En la trastienda, todo lo necesario para poner en escena cada día esa caja de sorpresas. 95 trailers se necesitan para trasladar Kooza de ciudad en ciudad, siete días de montaje y de dos a tres de desmontaje, para lo cual la compañía cuenta con unos 150 profesionales y en cada ciudad contrata a otros tantos trabajadores locales, explica el director de la gira, el español Yago Pita. Aunque en escena en cada función sale medio centenar de artistas, para cubrir descansos y vacaciones en realidad son más del doble. En cada sesión, el espectador ve unas 1.300 piezas de vestuario, entre ropa, calzado, sombreros, etc... pero hay dos copias para cada artista, por lo que en total la compañía lleva a cuestas 3.500. Al margen, las pelucas, también por centenares. Algunas mezclan el pelo natural y sintético y cada una tarda en hacerse entre cuatro y cinco semanas en el atelier especial de la sede central en Montreal.

Repasando el calzado en la trastienda del Circo del Sol. Repasando el calzado en la trastienda del Circo del Sol.

Repasando el calzado en la trastienda del Circo del Sol. / José Ángel García

Todo lo que está en contacto con la piel de los artistas durante la función se lava cada noche. Para ello, cuentan con seis lavadoras industriales y secadoras (además de otras para los cocineros y el resto de trabajadores). Dada la complejidad del vestuario, con lentejuelas, pedrería y demás, un equipo repasa a la mañana siguiente los trajes uno a uno. Tardan entre 45 minutos y una hora por pieza. Los más complejos son los de La rueda de la muerte porque las mallas están formadas por múltiples trozos de tela cosidos que suelen soltarse. También los zapatos de los acróbatas se revisan cada día para garantizar su seguridad. Los laterales y suelas son repasados con silicona para asegurar la sujeción.

En contra de lo que pueda pensarse, los acróbatas comen mucho y lo hacen antes y después de la función

De la seguridad en general de los aparatos se ocupan 22 inspectores que realizan supervisiones parciales cada día y una general semanalmente. Dos fisioterapeutas se encargan de prevenir y tratar las posibles lesiones de los acróbatas. Sus camillas ocupan un apartado del gimnasio donde entrenan. Cuatro cocineros viajan con la compañía para encargarse de la comida, que los trabajadores y artistas hacen por turnos en un comedor prefabricado. En contra de lo que pueda pensarse, los acróbatas comen mucho y lo hacen antes y después de las funciones, e incluso entre las dos sesiones de los fines de semana, salvo las contorsionistas, aunque algunas se cargan de energía comiendo chocolate antes de salir. Además de los cuatro cocineros permanentes, en cada localidad contratan un equipo de ayudantes. Se surten de los productos locales. Así, en Sevilla no faltan la tortilla de patatas, las espinacas con garbanzos o las croquetas. Hay ensalada y frutas pero tambien tartas, incluso sin gluten. Jarras de agua (con limón), zumos y refrescos isotónicos son las bebidas. Nada de alcohol. Igualmente hay café e infusiones y un espacio exterior para la sobremesa. Como destaca el director, el Circo del Sol deja dinero en cada escala, no sólo por el empleo que crea durante las entre tres y seis semanas que suele permanecer en cada ciudad (a Sevilla llegó el 16 de enero y permanecerá hasta el próximo domingo), desde montadores y técnicos a acomodadores, taquilleros o vendedores de merchandising. También por la comida que compra para su cocina y los alojamientos que alquila para sus trabajadores (en Sevilla están repartidos entre unos 80 hoteles y apartamentos, muchos de ellos en Triana).

Los españoles Hermanos Quirós

De los 122 artistas de 24 nacionalidades distintas que forman Kooza, los funambulistas madrileños Vicente y Roberto Quirós son los únicos españoles junto al vallisoletano Miguel Berlanga, uno de los payasos. Los hermanos Quirós son la sexta generación circense de su familia así que llevan subidos al alambre profesionalmente desde los 14 y 9 años respectivamente (ahora tienen 58 y 50), aunque desde mucho antes ya salían en el circo con sus padres. Fue en el Festival Internacional de Circo de Montecarlo de 2002, en el que se alzaron con el Clown de Oro, convirtiéndose en los primeros españoles en ganarlo, donde los cazatalentos del Circo del Sol les echaron el ojo.

El número de los funambulistas es una de las atracciones más aplaudidas de 'Kooza'. El número de los funambulistas es una de las atracciones más aplaudidas de 'Kooza'.

El número de los funambulistas es una de las atracciones más aplaudidas de 'Kooza'. / Javier Albiñana

Kooza es su primer trabajo con la compañía canadiense, en el que junto a otros tres funambulistas colombianos protagonizan el número del alambre alto, en el que afirman que aunque "mucha gente piensa que la pirámide es lo más difícil, para nosotros es lo más fácil, lo más difícil es el balancín". Nunca han estado en una escuela circense sino que les enseñó su padre. "Llevamos el circo en la sangre", reconocen. Pero aseguran que saben que en España hay actualmente escuelas muy buenas de las que salen grandes artistas. La clave, dicen, es la disciplina. "La disciplina gana al talento", aseguran. Esa disciplina incluye "ensayar todos los días" unas ocho horas diarias porque "cuanto más tiempo encima del cable, mejor". "Si ensayas todos los días y te cuidas es muy difícil que te caigas", aseguran.

Intérprete de 'Kooza' caracterizado para la función. Intérprete de 'Kooza' caracterizado para la función.

Intérprete de 'Kooza' caracterizado para la función. / Antonio Pizarro

Antes de cada espectáculo calientan entre 45 minutos y una hora y aunque para su disciplina cuanto más delgados y bajitos mejor, no siguen ninguna dieta alimentaria especial. Además de en el circo familiar, han trabajado en multitud de compañías, incluyendo circos que han venido a la Feria de Sevilla, en la que han actuado tres años. Pero admiten que el Circo del Sol "es el top" por su tamaño y por cómo "cuida" a los artistas. "Tenemos fisio, la comida, nos pagan el alojamiento en hoteles, se encargan de los visados, tenemos que dar el máximo pero nos cuidan muy bien, de categoría".

Para cualquiera, la vida itinerante del circo (Kooza lleva de gira desde 2007 con más de 4.200 funciones) sería difícil de llevar pero los hermanos Quirós es la única que conocen. De pequeños iban a la escuela y todas las vacaciones las pasaban en el circo. Ambos están casados y tienen dos hijas ya mayores que hacen también acrobacias pero en el alambre bajo. "No podría enseñarles a hacer alambre alto porque sé lo que es", admiten, conscientes del riesgo que ellos mismos asumen cada día que no quieren para sus hijas pero sin el cual afirman que "no sabríamos qué hacer".

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