Cultura

La última tentación de Ounpuu

The temptation of St. Tony. T.O.: 'Püha Tõnu kiusamine'. Director: Veiko Õunpuu. País: Estonia, Fin, Sue. Año: 2009. Duración: 110 min. Con: Taavi Eelmaa, Ravshana Kurkova, Sten Ljunggren.

La convulsa historia política de Estonia y la esquizofrenia sobre su identidad se dejan ver desde las primeras escenas de The temptation of St. Tony, donde la supuesta procedencia de sus fondos de producción (Estonia, Suecia y Finlandia) no bastan para borrar la verdadera genealogía de sus imágenes, que claramente acusan, para bien, la influencia de más de medio siglo de cine comunista y poscomunista (desde Skolimowski a Nemec, Pavlovic o incluso Béla Tarr).

Con un texto inicial extraído de La divina comedia de Dante, una áspera fotografía en blanco y negro, un diseño de producción que confiere una parte importante de su personalidad al filme y una breve pero sustanciosa aparición de Dennis Lavant, The temptation of St. Tony muestra sus cartas cinematográficas desde el primer plano, destacándose claramente del resto de la producción que generalmente la Academia de Cine europeo gusta premiar y pasear por certámenes como el de Sevilla. Sin que esa diferencia llegue jamás a ser conceptual como, por ejemplo, la del Godard de Film socialisme (la única de las 46 cintas preseleccionadas por la EFA para sus premios anuales que es radicalmente distinta del resto de candidatos), y aunque buena parte de sus rasgos de estilo descansen sobre un esquema narrativo calculadamente errático y arbitrario, que explora, sin llegar nunca a salir de terreno seguro, su gusto por el absurdo, hay que reconocer al segundo filme de Veiko Õunpuu su voluntad por seguir destacándose del aburrido pelotón que conforma ese academicista, vetusto y acaramelado cine industrial europeo que se ha arrastrado por las pantallas de la ciudad durante esta semana.

Habrá quien diga, y no le faltará algo de razón, que Õunpuu, que va claramente de enfant terrible, no es Leos Carax, y que en realidad la nueva obra del autor de Sugïsball es tan sólo un pastiche resultón con vocación por epatar, que se dedica a estirar una idea que habría encajado mejor en un corto. Tampoco les faltará razón a quienes señalen que el joven cineasta demuestra no tener el menor reparo en sablear a Buñuel o a Lynch para dar consistencia a un conjunto que tiende al caos suicida; pero tras lo mucho padecido durante estos días, permítannos que hoy seamos algo benévolos con autores que demuestran conocer a sus mayores y que son conscientes de todo lo que siempre ha separado, y debería seguir haciéndolo, al cine de la mala televisión.

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