De viva voz | Crítica

El telar de la escritora

  • Siruela reúne en un volumen, editado por José Teruel, todas las conferencias de Carmen Martín Gaite, ineludibles para profundizar en las coordenadas de su mundo literario

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000).

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925-Madrid, 2000).

Entre los narradores de la generación literaria del 50, que en el caso de su grupo primero y más inmediato incluía a autores tan valiosos como Ignacio y Josefina Aldecoa, Fernández Santos, Ferlosio o Medardo Fraile, sin olvidar a Juan Benet, la voz de Carmen Martín Gaite ha ido ocupando con el tiempo un lugar central que tiene que ver con su cualidad de excelente contadora de historias, pero también con una mirada analítica que aplicó a su propia biografía –indirectamente recreada– y comparece en toda su obra, no sólo en los ensayos. En ellos dejó la salmantina páginas muy lúcidas sobre el fundamento oral de la escritura y su idea de la comunicación literaria, tan bien resumidas en dos títulos esenciales, El cuento de nunca acabar (1983) –maravillosa colección de "apuntes sobre la narración, el amor y la mentira"– y La búsqueda de interlocutor (1966, 1973), acuñación esta última que define a la perfección el sentido de su poética. Pero a esta doble faceta de narradora y ensayista, si queremos ahondar en las coordenadas sobre las que volvió una y otra vez, en diferentes momentos y desde distintas perspectivas, hay que sumarle el lugar no menor que ocupan sus conferencias.

En 1976 pronuncia su primera conferencia, por invitación de Julián Marías y Dolores Franco

Una primera recopilación fue publicada con el título de Pido la palabra en 2002, dos años después de su muerte, casi al tiempo que aparecía otro importante libro póstumo, los Cuadernos de todo, donde se recogen las anotaciones que registraba en sus libretas. Acogida por la Biblioteca Carmen Martín Gaite de Siruela, esta segunda y menos apresurada, al cuidado de José Teruel, editor de sus Obras completas y uno de los máximos conocedores de su legado, recupera cuatro piezas no incluidas entonces y ordena y data las veintisiete que conforman el volumen. En el emotivo prólogo a la anterior recopilación, insistía su amigo José Luis Borau, con quien Martín Gaite adaptó a la televisión las aventuras de Celia, en que "Carmiña, Calila o la Gaitera", apelativos con que la llamaban sus íntimos, fue una conferenciante excepcional, no sólo por los textos que preparaba cuidadosamente sino por los recursos de los que se acompañaba en sus disertaciones. Del mismo modo Teruel, que sitúa en el verano de 1976 la fecha de su primera conferencia, por invitación de Julián Marías y Dolores Franco, habla de su "habilidad para convertir el monólogo en conversación con el auditorio".

Martín Gaite encontró en el formato un modo de sintetizar y difundir su pensamiento literario

En paralelo a sus trabajos históricos y ensayísticos emergió entonces, explica el editor, una faceta en la que Martín Gaite, en principio renuente a hablar en público, se sintió cada vez más cómoda, encontrando en el formato un modo de sintetizar y difundir su pensamiento literario. Agrupadas en cinco bloques temáticos, a los que se suma un sexto donde se reúnen las lecciones de un "curso magistral", Brechas en la costumbre. Sobre el contenido de la materia literaria, que la autora habría debido impartir en la UIMP de Santander, las conferencias inciden en intereses recurrentes como el oficio de escribir, el recuerdo autobiográfico como argumento, el viaje, el cine y la mujer en la literatura, los usos del menospreciado siglo XVIII o la admirada figura de Elena Fortún, asociada a la "lógica infantil" que reivindicaron ambas. Ya en la primera de ellas, El telar del escritor, da muestras de la perspicacia con la que abordó la tarea de la creación, sin perder nunca de vista su propio trabajo. Entre las ahora rescatadas, brilla con intensidad la dedicada al primer Benet de La inspiración y el estilo, perfecto ejemplo –véase la correspondencia que mantuvieron, también editada por Teruel– de cómo la estrecha amistad y el reconocimiento intelectual no precisan de la comunión en materia estética.

La autora reflexiona de un modo no disuasorio, con naturalidad alejada de la grandilocuencia

Sumado a su personalidad no acomodaticia y verdaderamente libre, sustentada en la forja de criterios propios, tuvo Martín Gaite un don especial para trasladar las reflexiones de un modo no disuasorio, con naturalidad alejada de la grandilocuencia. Esa "capacidad de hacer visibles las abstracciones en letra mayúscula y carentes de narración", como señala el editor, es decir de convertirlas en materia viva y concerniente, distingue a una autora que nunca, tampoco en sus ensayos, deja de ser narradora. Siempre atenta a sus interlocutores, con humor, sabiduría e inteligencia, Martín Gaite supo seducirlos por medio de un discurso ameno y bien meditado en el que la memoria personal –o a la inversa– sirve de vehículo a la memoria colectiva.

Fragmento del 'Collage autorretrato' (1992) que ilustra la cubierta. Fragmento del 'Collage autorretrato' (1992) que ilustra la cubierta.

Fragmento del 'Collage autorretrato' (1992) que ilustra la cubierta.

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