Todo en Él es verdad. Como son verdad las vidas que sostiene y las de todos aquellos hijos y vecinos que se acogen al río de misericordia de su mirada y caminan tras sus pasos, cruzando el mar de devociones del Lunes Santo. Manos cautivas por tantas cosas de la vida que desatas. Necesitaba tu barrio tus manos desatadas para mostrar el abrazo de Dios. Trajiste entre esas manos atadas el presente y futuro de un puñado de vidas jóvenes. Que tanto conocen de los que más te necesitan.

Ahora el barrio, la parroquia, la hermandad...todo es uno en las vueltas de ese cíngulo con el que unes vidas y plegarias. Los que se fueron del barrio y vuelven, siempre vuelven. Los que viven como los justos ante tu presencia. Los nacidos bajo tu nombre y alzados ante ti, cualquier viernes, cualquier día. Etapas, recuerdos, desvelos, proyectos y miradas cuando cruzan el dintel de tu parroquia.

Vuelvo estos días a celebrar en Santa Genoveva, en tu hermandad y con tus hijos del Tiro de Línea. Nuestras hermandades tienen el poder de convocar todas las etapas de tu vida y hacer que todo sea nuevo –al mismo tiempo– cuando regresas a ellas. Vuelve conmigo el niño que al salir del colegio en las tardes crecientes de luz de marzo, tiraba con algún compañero para el Tiro de Línea y visitaba los Sagrados Titulares. Vuelve la insistencia ganada a los padres por verte regresar de noche a tu barrio, agotado casi el esplendor del Lunes. Esa ilusión primera era un paso de madurez para ir soltando el dobladillo de la edad cofrade.

Las manos atadas del Señor Cautivo nos siguen preguntando si nos hemos acostumbrado a su mensaje. Apuntar a lo esencial. Comprendemos a Jesús cuando lo buscamos y cuando esto lleva a una vivencia profunda. Esto lo saben tus hijos. Entre tantas periferias que nos descentran, la devoción en espíritu y en verdad nos invita a apuntar a lo esencial.

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