JUICIO "Al Chicho no lo vais a ver más. Lo he matado yo": el acusado del asesinato de Alcalá confiesa

Que la polarización tiene efectos sobre la economía es una cuestión que ya no se discute. Numerosos estudios, especialmente en Estados Unidos, acreditan que las preferencias individuales tienden a ser desplazadas por las dictadas desde los órganos ideológicos de los partidos, lo que termina afectando al clima de cooperación en la búsqueda de los consensos imprescindibles para las reformas estructurales que exigen la adaptación a los tiempos, las nuevas tecnologías y la productividad. Las ideologías alteran la percepción de la realidad y terminan afectando al comportamiento de los agentes económicos, como en el caso del consumo afectado por la voluntad de boicot.

El fenómeno es relativamente nuevo y se manifiesta en cambios observables desde apenas dos décadas (véanse O. Medina, en Nada es Gratis, o García Arenas en Caixabank Research). Confirmado el aumento generalizado de la polarización política en Europa y Estados Unidos, con especial virulencia en el caso español, se aprecia que la tradicional coexistencia en un mismo votante de preferencias conservadoras en materia económica y liberales o progresistas en temas sociales, como la bajada impuestos y la tolerancia con la inmigración, tiende a desaparecer a medida que se impone lo que podríamos llamar conciencia de bloque. Las doctrinas que dictan los partidos arrinconan las preferencias individuales de manera que, en lugar de acumularse en el centro del espectro ideológico, como era habitual, son desplazadas hasta espacios más próximos a los extremos, en un proceso de radicalización que conlleva el aumento de la hostilidad entre grupos.

La polarización política sería entonces consecuencia directa de la ambición partidista en la disputa del poder, asumiendo el coste de los obstáculos al consenso en torno a cuestiones como la inmigración, el cambio climático, las tensiones geopolíticas o el comercio internacional. El envilecimiento de la política tiene como causa reconocida, entre otras, la potencia manipuladora de las nuevas tecnologías de la comunicación y las redes sociales, quedando todavía por determinar la de la inteligencia artificial.

La pertenencia a grupos de comunicación con sesgos ideológicos o identitarios favorece la fragmentación de las audiencias e impide la formación de referencias compartidas sobre cuestiones tan básicas como lo que está bien o mal y lo que es justo o injusto. Es en este punto donde las preferencias individuales son desplazadas por las ideologías, que de esta forma marcan el territorio dentro del cual se convive en armonía, siempre que las fronteras éticas e intelectuales estén convenientemente aseguradas frente a las influencias perversas, incluida la libertad de pensamiento. Los objetivos en conflictos, los de carácter político, terminan por imponerse sobre los de cualquier otra naturaleza, sin otro resultado posible a largo plazo que el enfrentamiento y la imposibilidad de cooperación, que son la esencia de la polarización. Recuerdo a la enorme Chavela Vargas decir que lo importante no es que te quieran por quién eres, sino por cómo eres. Mi interpretación particular es que ni siquiera la lealtad puede prevalecer sobre la justicia.

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