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De aquellas cajas, estos lodos

La concentración bancaria amenaza la competencia real en el sector. Desaparecida la red de cajas con una aspiración más social y cercana, el ciudadano está a merced de un mercado cada vez mas voraz y selectivo

De aquellas cajas, estos lodos

De aquellas cajas, estos lodos / Ilustración: Rosell

Hubo un tiempo en el que cada provincia tuvo su caja de ahorros. Hoy parece la prehistoria, pero solo hace un par de décadas existía un mapa diverso y territorialmente bien distribuido de entidades de ahorros. De forma natural hacían el papel de banco provincial y atendían las demandas de la población más cercana. Participaban en la financiación de los negocios locales, apoyaban a las instituciones locales y se implicaban en el desarrollo de la cultura y las fiestas. Incluso eran una cara amable y cercana, virtudes hoy desprestigiadas y carentes de valor. Y colorín colorao. Fueron razonablemente hasta que muchos presidentes de cajas y sus inoperantes consejos nutridos por cargos públicos y afines que en la mayoría no distinguían un crédito de una caja de polvorones, vieron a Gordon Gekko en Wall Street y decidieron emular a Michael Douglas.

Aquellas entidades fueron perdiendo interés por lo local. El negocio se les quedaba pequeño. Gestionar el negocio tradicional no tenía glamour ni daba beneficios de muchos ceros. En un momento dado, cuando el dinero se calentó y todos los españoles fuimos ricos por un día sus ejecutivos aspiraron a jugar las ligas mayores, sin atender a los límites de su capacidad, a las características de su modelo y a los consejos de la lógica. Algunos compraron incluso fichas de bancos. Pero fue el ladrillo el que terminó por inundar de porquería los balances de las cajas. El ladrillo y las connivencias con los promotores, aprovechando que Álvarez Cascos dio barra libre declarando todo el suelo urbanizable. Los ciudadanos fuimos corresponsables de todo aquello: se instaló la formula de comprar sobre plano forzando además la capacidad económica real de las familias. También reportó tan pingües como efímeros beneficios. Cuando se pinchó la burbuja dejamos de ser ricos, el endeudamiento se disparó, los impagos crecieron en progresión geométrica, encima los pisos perdieron valor y además el mercado de bonos estaba contaminado de arriba debajo de basura. Así nos metimos en una crisis descomunal que fue el principio del fin de las simpáticas cajas de ahorros. Pero no fue culpa del modelo, fue responsabilidad de la gestión, de la voracidad de algunos presidentes y de la incompetencia de los órganos de control. Algunos de aquellos ejecutivos hoy sí tienen pobladas cuentas corrientes, aunque sus cajas ya ni existen. Hay otras entidades -singularmente Unicaja, que pese a estar en la Costa del Sol, espacio de máxima exposición al ladrillo no solo sobrevivió sino que ha crecido con un modelo sostenible y es hoy el quinto banco de España.

Este es un debate importante. Es el mercado, dirán. Las cajas iban algo más allá del mercado, sin ser exactamente una ong. Pero ya no existen. Y a estas alturas no se ha profundizado ni en las causas reales de la desaparición del sistema ni en la responsabilidad directa de muchos de sus responsables. La política, ciega, sorda, muda y corresponsable, solo levantó acta de defunción. En Andalucía, singularmente, daría para un culebrón de varias temporadas.

Los riesgos del nuevo mapa

El asunto es que aquella implosión de las cajas fue letal para los intereses de los ciudadanos, que es lo que importa. Esta semana hemos conocido actualizado el mapa de la concentración bancaria. El resultado es que los bancos, que empujaron lo suyo para acabar con la otra mitad del sistema financiero que eran entidades de ahorros, y que lógicamente se apropiaron del espacio, el negocio y los clientes de las cajas, hoy exhiben una concentración bancaria que pone en serias dudas la idea de la competencia real en ese mercado. BBVA, Caixabank y Santander tienen el 60% del negocio en Madrid. En otras provincias, como Ceuta, Segovia, Las Palmas, Granada, Ávila, Girona, Baleares, Murcia, Valencia y Castellón solo esta entidad supera el 40% de la actividad bancaria. A la vez, están eliminando el débito en las tarjetas de crédito y los intereses que se aplican pueden superar el 23%. Algunos llegan al 30%. Es cierto que la desaparición de las cajas no explica per se la concentración bancaria actual pero ha contribuido y ha generado dificultades añadidas a los ciudadanos.

Vamos camino de una sociedad con dos clases: los ciudadanos con y sin acceso a los servicios financieros y al dinero, una fractura carísima. No se trata de lo digital, se trata del compromiso. Estamos montando una sociedad con ciudadanos que serán acreedores permanentes con todas sus compras a crédito (los deudores digitales). El nivel de préstamos ha aumentado un 60% durante el primer semestre de 2021, según datos del Banco de España. En esto nos estamos jugando buena parte del futuro como sociedad.

Arnaldo, al TC

Enrique Arnaldo ya es miembro del Tribunal Constitucional. Es el resultado del trágala impuesto por el PP, que filibusteramente impedía la renovación del órgano, y aceptado por el Gobierno para renovar el tribunal. El resultado, aparte de la muy limitada ruptura de la disciplina de grupo, es que nadie duda que el Parlamento ha elegido a un magistrado inadecuado para el puesto. Su idoneidad, su imparcialidad y su conveniencia habían quedado ampliamente desacreditadas: figura en la documentación del caso Palma Arena, el juez Castro sostiene que el contrato de su despacho con el gobierno balear de Matas estaba amañado; después él mismo contrató en su bufete a Matas; compatibilizó durante varios años su desempeño como asesor desde su despacho privado con la coordinación jurídica de algunas comisiones en el Congreso; también aparecía en pinchazos del caso Lezo en conversaciones con el ex presidente Ignacio González ,y era un fijo en los cursos de la FAES, entre otros aspectos clarificadores.

El TC es un órgano básico para la defensa de los derechos de los ciudadanos. Si se debilita la institución se produce un daño al Estado de Derecho y a la democracia. Es eso lo que ha ocurrido.

Amenazas híbridas y virus

Hay un documento de gran interés y de lectura muy recomendable: la Estrategia de seguridad nacional (2017). Es muy relevante para entender las amenazas y retos de la defensa nacional en un entorno cambiante y complejo. En su elaboración participan todos los ministerios, así como medio centenar de expertos en todas las áreas, que tratan de anticipar los desafíos aportando instrumentos tanto para el análisis como para la respuesta, Muy interesante, en suma. La de 2017, que amplió y actualizó la de 2013 dada la mutación de las amenazas y la velocidad a la que se desarrollan, recogía, como su antecesora, entre otras muchas, dos amenazas: una pandemia que podría desestabilizar el mundo y las amenazas híbridas. Sobre la pandemia poco hay que añadir. Era una anticipación que nunca creíamos que íbamos a vivir. Al hilo de los acontecimientos convendría repasar si el Estado había hecho los deberes atendiendo a las disposiciones y directrices del documento aprobado en consejo de ministros, aunque ya supimos que el Consejo de Seguridad Nacional consideraba que España estaba a salvo de sufrir una pandemia solo diez días antes de que se decretara el estado de alarma. Lo consideraba el más improbable -junto a la proliferación de armas de destrucción masiva- de los quince riesgos recogidos en la Estrategia.

Y lo de las amenazas híbridas, que es una cosa más indefinida y abstracta, más difícil de explicar, es exactamente lo que está ocurriendo estos días en la frontera de Bielorrusia con Polonia, donde el gobierno de Minsk está trasladando e introduciendo inmigrantes en territorio polaco, camino de provocar una crisis humanitaria, y situando al límite uno de los países más díscolos - y sancionados- respecto a las políticas oficiales europeas. Justo allí se concita lo que se define como una mezcla de actividades hostiles que combinan métodos convencionales y no convencionales por debajo "del umbral de una guerra que ha sido declarada oficialmente". El objetivo de estas amenazas es desestabilizar a las sociedades y crear incertidumbres que dificulten a los líderes mundiales tomar decisiones. Lo de Lukashenko -con Moscú siempre al fondo- es de libro. Conocer ese documento es casi una obligación si atendemos a que la defensa del país es cosa de todos los ciudadanos. Y si queremos entender mejor cómo funciona el mundo.

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