Peligro. Estamos de vacaciones. Nueve meses esperando y ahora, que las acabamos de recibir como agua de mayo, saltan todas las alarmas. Según múltiples estudios, en vacaciones es cuando más rupturas de pareja se producen. Las páginas de papel couche son una prueba fehaciente de que las rupturas tras el verano están a la orden del día. Las reuniones con los amigos cuando se acaban las vacaciones y toca ponerse al día nos sirven al común de los mortales para ponernos al día con las de nuestros amigos.

Las vacaciones se esperan, se preparan con mimo y dedicación para que todo salga a pedir de boca. Se saborean antes de que aparezcan, se montan en la mente mientras echan a volar por las ilusiones. Un viaje a Tailandia, un safari por Kenia o una quincena en la playa en casa de la suegra (cuánta felicidad). Los primeros días todo es bondad. Carantoñas durante el desayuno y platos apilados en el fregadero (no hay que malgastar el tiempo en cosas innecesarias). Pero, a medida que avanzan los días, comienzan a aflorar los primeros conflictos. Empieza a darte asco que te acaricie el brazo con sus manitas impregnadas de mantequilla y los platos del fregadero ya no se amontonan por perder el tiempo en pecados lujuriosos. Os habéis repartido las tareas de limpieza y no son igual de prioritarias para ninguno de los dos.

Ahora uno quiere dormir siesta y el otro bajar a la playa; uno está hasta la coronilla de comer sardinas y el otro se empeña en ellas porque tienen mucho omega 3; uno se compra todo lo que ve en los puestecillos del paseo marítimo y el otro quiere ver en bucle el partido la final del Mundial. O toda la fase previa. Pequeñas licencias que en soledad producen placer interior y en compañía pueden desatar la Tercera Guerra Mundial.

Por eso, la solución es tomarse unos días de descanso de las propias vacaciones. Hoy te comes tus sardinas, te pegas tres horas de siesta y llegas a casa con más bolsas que Julia Roberts en Pretty Woman. Con el estómago lleno, el cerebro reseteado y 500 euros menos en la cartera, que te impregnen el brazo de mantequilla recién levantado resulta ser el menor de tus problemas.

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