La ventana
Luis Carlos Peris
El Rey, en su rol de oasis
Podríamos asegurar y aseguramos que estamos viviendo una época dorada del toreo según Sevilla. No recordamos un número tan alto de toreros sevillanos encabezando el escalafón. A la voz del gran Morante, un ramillete de paisanos nuestros que se me venían a la sesera al rebufo del clarinazo de Borja Jiménez en Bilbao consiguiendo lo que nadie había logrado jamás, que un toro salga vivo de Vista Alegre. Coincidía con la apoteosis malagueña de Daniel Luque, convertido en una máquina de acumular puertas grandes, un día después de que a Manuel Escribano le birlasen ese premio desde el palco presidencial. Cuenta, por supuesto, esa pareja de toreros de culto como son Juan Ortega y Pablo Aguado, convertidos en la quinta esencia del toreo según Sevilla. Media docena de coletudos a la que podría unirse Manuel Jesús El Cid tras poner el pabellón hispalense por todo lo alto recientemente en Santander. Y queda la gran esperanza de Javier Zulueta, próximo matador de toros en San Miguel.
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