La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Añoranza de otra delicia perdida

Tenían encanto las veladas en la Feria del Toro, vamos que si lo tenían. Aparte del buen gusto con que se montaba, con el sabor a nuestro y a añejo de cuanto se exponía allí, el encanto aparejado con la tertulia, con esos amigos que no los ves a través del año porque la propia velocidad de la vida es impedimento insalvable para la reunión sin que nadie mire el reloj. En esos días surgía la ocasión de reencontrarnos con la conversación al calor de cualquier evocación taurina. Charla entre viejos amigos y con amigos ya viejos que, precisamente por ello, te retrotraían a unos tiempos y a unos usos que ya no se llevan, engullidos por el vértigo de una forma de vivir que es la que es, ni peor ni mejor, la que es, simplemente eso. La Feria del Toro era una muestra deliciosa que cada invierno nos llenaba de motivos para el reencuentro consigo mismo, otra pérdida, una más.

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