Vuelve a echarse en falta la lluvia, hace falta que se renueven las grandes lluvias y no sólo por alimentar las reservas y que no planee el fantasma de las restricciones una vez más. No sólo para que haya agua en los grifos, sino por la buena marcha de la salud de la población, que anda sumida en un salgo de un catarro y me meto en otro que se debe a cómo campan virus y bacilos. Hace falta que reaparezca la lluvia para que limpie el aire que respiramos y se vayan los microbios a hacer muchas puñetas. Tras aquellos días de grandes chaparrones aventurábamos un invierno sano, de aire limpio y cortito de bacilos, pero no ha sido así. Tras las grandes lluvias, inundaciones incluidas, ha llegado un periodo larguísimo de sol y de régimen anticiclónico para solaz de esos microbios que nos tienen de jarabe en jarabe mucolítico y tiro porque me toca. Que llueva de una vez.
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