Rafael Sánchez / De Puerta

Apreciar un producto que nos diferencia

El sector oleícola español defiende su liderazgo en producción y calidad

EL sector oleícola español no para de marcar hitos. Uno de los últimos ha sido reforzar el liderazgo en la comercialización del aceite de oliva a granel y alcanzarlo en la venta de producto envasado a terceros países, una merecida posición como país productor líder que somos, no sólo en la Unión Europea sino también a nivel mundial.

Somos categóricamente líderes en producción pero también lo somos en calidad, aunque lamentablemente sea tan habitual leer y escuchar informaciones que, sobre todo por desconocimiento, tratan de cuestionarla… Nada más lejos de la realidad.

Los productores europeos y muy especialmente españoles han acometido numerosas inversiones para modernizar sus infraestructuras y para garantizar el mejor aceite de oliva a los consumidores de todo el planeta. No en vano, hablamos de uno de los productos agroalimentarios más sometido a control y, paradójicamente, más puesto en entredicho, por lo que no parece nada justo convertir los casos aislados que puedan existir en verdades absolutas.

Es cierto que, a pesar de todos estos avances, son muchos los retos que el sector tiene todavía por delante y, para afrontarlos, nada mejor que aprovechar las oportunidades que se nos brindan desde la Unión Europea y desde el propio Gobierno de España.

A mi entender, tres son las cuestiones más importantes e inaplazables que el sector debe abordar. Por un lado, conseguir que los consumidores conozcan y aprecien un producto tan singular como es el aceite de oliva; por otro, el reforzamiento de su imagen como alimento saludable y de calidad y, por último, la búsqueda de un método objetivo aplicable a su categorización, de modo que simultáneamente al panel test o, por sí solo, sirva para desterrar cualquier duda sobre los aceites de oliva a nivel mundial.

Con respecto a la primera de ellas, resulta desolador observar cómo, a pesar de nuestra larga tradición de país productor y consumidor, existe un desconocimiento generalizado sobre el aceite de oliva entre la población española. De hecho, son muy pocos los consumidores capaces de distinguir sus diferentes categorías: virgen extra, virgen y aceite de oliva (contiene exclusivamente aceites de oliva refinados y aceites de oliva vírgenes). En ocasiones, incluso, llegan a confundir el aceite de oliva con el aceite de orujo de oliva, a pesar de sus enormes diferencias.

Por ello, debemos aplaudir la publicación del nuevo Real Decreto 895/2013, por el que se prohiben las aceiteras rellenables en el canal Horeca, el cual ha generado inquietud entre los restauradores pero que contribuirá a mejorar el conocimiento sobre el producto de los consumidores y de los más de 60 millones de turistas que nos visitan cada año, al serles presentado debidamente envasado y etiquetado, con toda la información sobre categorías, origen, marcas de calidad, etc.

Precisamente, esta normativa nos ayudará también a afrontar el segundo de los retos, el de mejorar la imagen del aceite de oliva, aunque necesitará de medidas complementarias como campañas de promoción que contribuyan a crear una cultura positiva sobre el producto. Por cierto, la nueva reforma de la PAC, contempla acciones de información en colegios infantiles, similares a las que ya se realizan con otros alimentos, que pueden resultar muy beneficiosas para la consecución de estos fines.

En cuanto a la última de las cuestiones, la búsqueda de métodos objetivos de categorización, es sin duda la más compleja. Se trata de una de las medidas contenidas en el Plan de Acción de Aceite de Oliva, presentado por el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, en junio de 2012, pero también de uno de los trabajos de investigación que se llevan a cabo desde la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, en colaboración con el Ministerio y la Consejería de Agricultura de Andalucía, con el apoyo de centros de investigación y empresas del sector.

De encontrarse ese método químico objetivo, de aplicación mundial, que permita garantizar la calidad y pureza del aceite y determinar su categorización, se eliminaría de raíz cualquier tipo de sospecha, suponiendo el espaldarazo definitivo que necesita el sector para que la calidad que ofrece no pueda ser motivo de suspicacia tan a la ligera.

Nos corresponde a la Unión Europea, con el 75% de la producción mundial, y muy especialmente a España, con prácticamente el 50% de todo el aceite de oliva que se produce en el planeta, conocer nuestro producto, valorarlo, defenderlo y seguir marcando hitos. En resumidas cuentas, esto es lo que venimos haciendo y seguiremos desarrollando a lo largo de los próximos meses desde las cooperativas, el Copa-Cogeca, el COI y, ahora también, desde la presidencia del Comité Consultivo de la Unión Europea.

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