Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
Ahora mismo, en Ramón Carande. Ésta es la sexta tipuana que están talando. Lo contamos ayer. Había caído un árbol pero en la obra del mamotreto habían tocado las raíces de todos. Tristeza, vergüenza e impotencia, eso sentimos". Empezaba anteayer así la plataforma ciudadana Salva tus árboles Sevilla un hilo de tuits que era un triste relato, otro triste relato más, como siempre lo es escribir sobre árboles en Sevilla. Solo, naturalmente, para quienes sientan tristeza -y, como decían los amigos de Salva tus árboles Sevilla también vergüenza e impotencia- ante la ininterrumpida, salvaje e innecesaria tala de árboles que padece Sevilla. Porque para sentir tristeza hay que apreciarlos con un aprecio informado de los muchos bienes medioambientales, estéticos y psicológicos -psicológicos, sí, que lo verde relaja y hace más amable la tantas veces árida vida urbana-, para sentir impotencia hay que sufrir este predicar en el desierto desarbolado de Sevilla y para sentir vergüenza hay que tenerla.
Lo sucedido en Ramón Carande es una vieja historia que se repite una y otra vez en Sevilla. Las obras de construcción de una residencia de estudiantes emprendidas por una promotora dañan las raíces de los árboles y "se hace necesaria" la tala. El Ayuntamiento ha abierto expediente a la empresa "debido a los daños causados por las obras que se están realizando sobre el arbolado que han obligado al apeo de ejemplares al generarse una situación de riesgo extremo de caída de los árboles".
La historia empezó así: la empresa comunicó al Ayuntamiento el inicio de una fase de intervenciones en la vía pública y se le notificaron las medidas de protección del arbolado que debían adoptar. Pero a la vista está lo en serio que se las tomaron. El pasado 19 cayó uno de los árboles. Realizada la oportuna inspección -siempre según el Ayuntamiento- "se detectó que el origen del desplome fueron unas actuaciones realizadas por la empresa privada sin autorización que han causado graves daños en el arbolado que ha tenido que ser apeado debido al riesgo existente sobre la seguridad". La historia de siempre. A veces el desastre arboricida lo causa una empresa privada y a veces el Ayuntamiento. Recuérdese que la brutal tala de los grandes árboles de la plaza de San Lorenzo se debió a los daños causados en sus raíces por la horrenda y churretosa -además de torpe- actuación sobre su pavimento.
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