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Tribuna Económica

Rogelio Velasco

Argentina y el mito de los recursos naturales

DE los diez países del mundo que mayor número de veces han presentado suspensión del pago de sus deudas a lo largo de la historia, nueve son latinoamericanos. Argentina está entre ellos.

En casi todos los casos son países con gran abundancia de recursos naturales. La sabiduría económica popular asocia, desde el principio de la humanidad, la abundancia de recursos naturales con la riqueza de los países. Atila, antes de considerar la invasión de Francia, preguntó cuántas cabezas de ganado había en el país. En la Edad Media, los españoles trajeron de las Américas toneladas de oro y plata. Fue nuestra perdición. El acuñamiento de esos metales preciosos, provocó una elevación generalizada de los precios haciendo desaparecer la artesanía y la industria porque resultaba mucho más barato importar esas mercancías de los países europeos. Ningún recurso natural garantiza el crecimiento a largo plazo.

Durante estos días, Argentina se encuentra, nuevamente, al borde del abismo financiero. En el año 2001, el país suspendió el pago de su deuda, que ascendía a 81.000 millones de dólares. Se llevaron a cabo dos reestructuraciones, en 2005 y 2010, por las que la mayoría de los tenedores de deuda aceptaron una elevada reducción del nominal y fue canjeada por títulos a muy largo plazo. Sin embargo, un pequeño número de inversores -alrededor del 7% del total de la deuda y liderados por el fondo NML Capital- se negó a aceptar esa reducción y canje, iniciando una demanda judicial contra el estado argentino en un tribunal de Nueva York, que es la jurisdicción señalada para dirimir asuntos legales.

Hace sólo unos días que el juez competente en el asunto sentenció que el estado argentino debía hacer frente al pago de la deuda de esos minoritarios, en las condiciones que habían demandado. El importe es relativamente pequeño, unos 1.300 millones de dólares más los intereses devengados desde 2001. Sin embargo, el problema que se genera es que, si el Gobierno argentino hace frente a ese pago, activaría cláusulas de los bonos emitidos en las reestructuraciones de 2005 y 2010 y tendría que hacer frente también al pago acelerado de esa deuda. La deuda total se eleva a 40.000 millones de dólares, que Argentina no podría pagar.

La actitud del fondo NML es la de un chantajista. Satisfacer su demanda, en los términos actuales, implicaría otra durísima caída de la economía argentina. Pero hay más. Si legalmente se aceptan los argumentos del fondo, ahora y en el futuro, sería imposible llevar a cabo reestructuraciones de deuda en otros países, bastando que un pequeño número de acreedores no aceptaran la reestructuración, interpusieran una demanda en Nueva York y esperaran otra sentencia similar.

Todo esto no exculpa al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de su responsabilidad. Durante su mandato, y el de su marido, Argentina volvió a vivir por encima de sus posibilidades, aprovechando la subida -transitoria- de los precios de los productos agropecuarios de exportación para llevar a cabo una política expansiva de gasto público insostenible. Como cada diez años parece que los humanos nos olvidamos de los desastres financieros, si las instituciones del país no cambian profundamente, este episodio se volverá a repetir en el futuro.

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