Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Arsa, Arce

DE todos los rostros de informativos el que más tiempo llevaba acompañando a un mismo logotipo era Roberto Arce. Comenzó cuando era un auténtico pipiolo en aquella Antena 3 que construyó entre ingenuas petulancias y fallidas intenciones Manuel Martín Ferrand. Arce era de los posbecarios de corbatas que escoltaban a Luis Herrero, a Esmeralda Velasco o a Carrascal y fue madurando en credibilidad con una sonrisa y alguna frase impostada para suspiro de alguna suegra. Arce sobrevivió a todos los tumbos que fue dando el número 3: Mario Conde y Asensio, la irrupción elenfantiásica de Telefónica y el servicio duro al aznarismo o todas las reconversiones y apreturas de la editorial Planeta. Roberto, en las sobremesas, era un hombre de la casa y un nombre fijo. Pero en estos tiempos nada se puede confirmar por seguro y ha sido una sorpresa que haya dado el sí a Telecinco para marcharse a Cuatro. Arsa. Una emigración así sólo la justifica el dinero, por lo que en estos tiempos Roberto Arce hace bien. El futuro dará y quitará razones a una ruptura profesional que había superado los cuatro decenios. Su hasta ahora compadre de la noche, Matías Prats, se marchó hace algo más de diez años de TVE porque nadie pensó que debían retenerle en los pasillos donde echó los dientes. Si hubiera seguido en la pública estaría prejubilado.

Arce ha seguido los pasos de David Cantero, que sólo con su presencia ha venido a regenerar la imagen de esos informativos tan insufriblemente amarillos de Telecinco. En Mediaset no están por la labor de formar ahora una cantera de comunicadores. Como Florentino (Pérez, claro), tiran de la cartera, que no están los tiempos para experimentos y maduraciones. Ni para dejar correr ofertas al alza. Los romanticismos y las fidelidades pertenecen a otro siglo. La televisión es contraria a la tradición y Arce lo sabe.

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