las claves

pilar Cernuda

Austeridad en la Casa Real

Compromiso. El Rey pone en marcha las medidas que defendió en su proclamación encaminadas a controlar los gastos "al milímetro" y mantener una conducta ejemplar

EL rey Felipe ha cumplido con el compromiso de austeridad en su Casa que defendió en el discurso de proclamación, y se ha adelantado además al calendario previsto. Nada será igual en la Familia Real y en la Casa de S.M. el Rey, donde se controlarán los gastos al milímetro, se obligará a los funcionarios a mantener una conducta ejemplar, se articularán normas sobre los regalos privados e institucionales y se renunciará a viajar gratuitamente en líneas comerciales.

En ese discurso, que sirve ya de referente del reinado de Felipe VI y seguirá siéndolo en el futuro, decía el Rey que "la Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y, para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque sólo de esa manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda la razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de todos los ciudadanos".

Y añadía el Rey : "Éstas son mis convicciones sobre la Corona que, desde hoy, encarno: una Monarquía renovada para un tiempo nuevo. Y afronto mi tarea con energía, con ilusión y con el espíritu abierto y renovador que inspira a los hombres y mujeres de mi generación".

Días más tarde, además de anunciar que la nueva Familia Real estaba compuesta por los reyes Felipe y Letizia, la princesa de Asturias Leonor, la infanta Sofía y los reyes Juan Carlos y Sofía, y que las infantas Elena y Cristina dejaban de pertenecer a la Familia Real, se anunciaba también que sólo sus miembros dependerían del presupuesto de la Casa, lo que significaba que a partir de ese momento las hermanas de don Felipe dejarían de recibir un salario de la Casa por los actos institucionales en los que participaban.

La infanta Elena trabaja en Mapfre como responsable de actividades culturales y la infanta Cristina en la Fundación la Caixa, donde lleva el departamento de Cooperación Internacional desde Barcelona y Ginebra, donde reside. Desde esta ciudad suiza colabora también, a través de un acuerdo con la Caixa, con la Fundación que preside el Aga Khan, gran amigo de don Juan Carlos, aunque el contrato con doña Cristina, según fuentes de Zarzuela confirmadas por la fundación en Ginebra, se hizo a través de La Caixa sin intervención directa de su padre, lo que al parecer la incomodó, puesto que había esperado su gestión directa.

Una vez iniciada la nueva etapa de la Monarquía de Felipe VI, además de establecer el papel institucional de los reyes Juan Carlos y Sofía -decisión que incluía el propio nombre, ni a don Juan Carlos ni a don Felipe gustaba la denominación Rey Padre o Reina Madre-, también se llegaron a acuerdos sobre la residencia de los actuales y los anteriores Reyes, y dónde tendría su nuevo despacho el rey Juan Carlos. La relación entre padre e hijo es perfecta, diaria, de absoluta cercanía, y fue idea de don Juan Carlos tener su despacho en el Palacio Real, lo que le obliga a salir de La Zarzuela, donde mantiene su residencia de siempre, y además sus audiencias mantienen cierta autonomía respecto a las del rey Felipe.

Concretados esos detalles que tienen relevancia y que se han solucionado de común acuerdo, al igual que el papel de doña Sofía, que seguirá muy vinculada a actividades culturales y sociales, además de su trabajo en la fundación que lleva su nombre, don Felipe quiso cumplir con su objetivo de que hubiera absoluta transparencia en las cuentas y en los gastos de su Casa y que, además, se aplicaran unas normas muy estrictas sobre aspectos que, además de ser los adecuados a su obsesión por la austeridad y por la indispensable cercanía a los ciudadanos, creía necesarios para la imagen de la Monarquía.

En ese sentido, puso a trabajar a su equipo para que prepararan las normas que debían estar listas antes de que finalizara el año para que se aplicaran a partir del 1 de enero de 2015. Normas que deberían articularse a través de tres convenios: uno con la Intervención General del Estado, otro con la Abogacía General y un tercero con la Secretaría Exterior de Comercio. De esa manera, se regulaban los salarios del personal de la Casa, sus responsabilidades civiles e institucionales, las cuestiones relativas a los viajes oficiales y los viajes privados; los regalos privados y oficiales, el destino de las donaciones económicas, el código de conducta de los miembros de la Familia Real y de las personas adscritas a la Casa de S.M. el Rey y a las distintas instancias adscritas a la Casa, desde Seguridad, al Cuarto Militar o Intendencia.

La fecha límite que se habían puesto el rey Felipe y el Jefe de su Casa, Jaime Alfonsín, era final de año, entre otras razones para adecuarse a la Ley de Transparencia que también debía aprobar el Gobierno antes del 31 de diciembre, pero el trabajo lo han finalizado antes de tiempo.

El esfuerzo ha sido generalizado y han intervenido el propio rey Juan Carlos y el jefe de su Secretaría, el diplomático Alfonso Sanz Portolés. El pasado mes de agosto, cuando finalizaron los días de vacaciones de la Familia en Mallorca, se reanudó la actividad en La Zarzuela, con reuniones del rey Felipe con los responsables de distintos departamentos para analizar las distintas circunstancias de los trabajadores adscritos a la Casa. Don Felipe quería que se recogieran en distintas normas que se traducirían en los tres convenios a firmar con la Administración del Estado. Gracias a ese impulso, se han adelantado las previsiones de calendario y, a partir del 1 de enero, regirán nuevas formas de actuación en la Familia Real.

La que más ha llamado la atención es la relacionada con el régimen de regalos. Los institucionales irán a Patrimonio Real; los particulares no deberán superar "los usos habituales, sociales o de cortesía". Los viajes en líneas regulares no serán nunca más gratuitos, los créditos y préstamos se regirán por intereses adecuados a los del resto de los ciudadanos. Las donaciones serán devueltas o enviadas a entidades sin ánimo de lucro, y a las personas que trabajan en la Casa de S.M. el Rey se les exigirá estricto código de conducta y de retribuciones transparentes, teniendo en cuenta que no puede haber uniformidad salarial debido a la multitud de procedencias laborales de quienes tienen su destino en la Casa, funcionarios en unos casos y en otros personal contratado para ejercer determinadas funciones.

¿Todas las casas reales siguen el criterio marcado ahora por el rey Felipe? No. En unos casos la transparencia es la norma habitual, en otras rige el oscurantismo, los salarios son muy superiores en todas ellas, y las normas respecto a regalos y viajes casi siempre menos estrictas que las que ahora se verán en la Familia Real española.

Pero don Felipe ha querido ese cambio, acorde con su forma habitual de pensar y acorde, como suele decir en público y en privado, con la adecuación de la Casa Real española a unos nuevos tiempos.

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