La lluvia en Sevilla

Autoras en el mapa

No encontrar autoras en los libros de texto impide a las chicas que los estudian soñar con ser una de ellas

Era final de marzo en Sevilla cuando las cartógrafas desplegaron sus mapas y allí nos descubrieron un viejo nuevo mundo, es decir, un mundo que estaba y está aquí, pero no era visible a los ojos -y el hecho de no serlo no es ni inocente y casual-… No, no les hablo del descubrimiento de las Américas, ni del siglo XVI, ni de los archivos de Indias. Les hablo de la doctora Rocío Fernández Berrocal (una autoridad en el estudio de la obra de Juan Ramón Jiménez) y de Sara Martínez Huerta, ambas profesoras de Secundaria de Sevilla, que desde aquí comenzaron un buen día a hacer señales en los mapas: a apuntar en ellos los nombres de las escritoras y pensadoras que brillan por su ausencia en los libros de texto en los que estudian nuestros adolescentes. Así se han propuesto revertir desde El legado de las mujeres, asociación compuesta por profesorado de toda España, el disparate de que en las aulas y los manuales parezca que no existen las autoras. Porque no nombrarlas, no ponerlas en el mapa, es exactamente eso, negarlas.

Trabajar contra el hecho de no constar y, por tanto, contra el desprecio y el olvido de las autoras, no sólo es una cuestión de justicia cuantitativa, que lo queramos -como algunos entienden- porque las mujeres tengamos el "capricho" de ocupar el lugar que por valía nos corresponde: es que no encontrar mujeres en los libros de texto impide a las chicas que los estudian soñar con ser una de ellas. Así, por los siglos de los siglos, una mujer que escribe seguirá pareciéndonos una anomalía. ¿Cómo van a querer esas chicas ser mañana poetas, científicas, artistas y pensadoras si no hay un linaje que las preceda, si no tienen noticia de que, antes que ellas, hubo mujeres en las que ahora pueden mirarse? Las mujeres que nos atrevemos a escribir conocemos los prejuicios que caen sobre nosotras, y la gran dificultad de labrar con bueyes tan famélicos una identidad sólida como autoras. Perdernos a las mujeres que nos legaron en sus libros su arte y conocimiento es perdernos la experiencia vital y el talento representativo de más de la mitad de la Humanidad. Sesgos inconscientes, y no tan inconscientes, continúan operando en la invisibilización de las autoras. Cuánto no tendremos deformada la vista que a algunos se les antoja que ahora las escritoras estamos por todos los lados. Joanna Russ contó hace décadas que, si en una fotografía de grupo aparecen igual número de mujeres que de hombres, se nos antoja que hay más féminas que varones. Tanto extraña nuestra presencia como acostumbrada está la sociedad a nuestra ausencia. Dejó dicho Ursula K. Le Guin: "Cuando nosotras las mujeres ofrecemos nuestra experiencia como nuestra verdad, como la verdad humana, cambian todos los mapas. Aparecen nuevas montañas". El legado de las mujeres ha venido a demostrarlo.

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