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Ayuso o el éxito de la nueva política de las tres 'pes'

La presidenta de Madrid, fuera de la órbita de su partido, compra las guerras culturales propuestas por Vox y lidera ya un Tea Party a la española

Isabel Díaz Ayuso recibe el cinturón negro honorífico de la Federación Madrileña de Judo.

Isabel Díaz Ayuso recibe el cinturón negro honorífico de la Federación Madrileña de Judo. / Borja Sánchez Trillo / Efe

Moisés Naím, uno de los analistas de política global más respetados, elaboró la teoría de las tres pes para explicar las claves que explican el desastre de la política actual: populismo, polarización y posverdad (o propaganda que también se escribe con pe). Seguramente estaba pensando en la presidenta de Madrid. Es fácil señalar a Vox y Podemos como epítomes radicales del populismo de la derecha y la izquierda radical. Ese juego de etiquetas tiende a poner a salvo al resto de partidos y líderes del sistema político, que por el juego de contrastes parece ocupar un espacio moderado e institucionalizado según los patrones más clásicos de la política. ¿Cómo funciona la política española para que alguien como Ayuso, cincelada a golpes de efectos y provocaciones, con más arrojo que capacidad de gestión, haga crecer sus expectativas electorales cada vez que dice una barbaridad más grande que la anterior? Las explicaciones no son fáciles.

El ala radical y ruidosa del PP

Es un caso similar al de Sarah Palin, la ex gobernadora de Alaska, ex líder del Tea Party, el ala radical del Partido Republicano estadounidense en la que hunde sus raíces el trumpismo. Palin, que fue candidata a la vicepresidencia con John McCain, quien optó por ella como ticket para enfrentarse a Obama en un momento de alienación, brilló por una ignorancia legendaria, una banalidad terrorífica y por manipular y abordar de forma absurda cualquier debate relevante de la agenda política. Negacionista del cambio climático, incapaz de distinguir un país de un continente, o a Corea del Sur de Corea del Norte; y, por supuesto, antivacunas, Palin fue el paradigma de la radicalización banal del partido republicano que terminó con un tipo de QAnon rematado por una cabeza de bisonte asaltando el Capitolio.

Dejadme sola

Sólo en las últimas semanas Ayuso ha dicho que España puede terminar convertido en un narcopaís, que Sánchez pretende acabar con la democracia y encarcelar a la oposición como hace Ortega en Nicaragua; y ha despachado la huelga y las manifestaciones a favor de una sanidad pública madrileña con el desdén de los dogmáticos: huelga política, manifestación política de enemigos y malos madrileños. Da igual que haya centros de salud vacíos, otros muchos sin médicos o que el caos se haya apoderado de la sanidad pública madrileña: los datos oficiales indican que las comunidades han incrementado desde 2018 en un 36% la oferta de médicos de familia a la vez que Madrid la ha disminuido en un 2%. También llegó Ayuso a decir aquello clarividente sobre el empleo: "Cuando hablan de empleo basura me parece que es ofensivo para la persona que a lo mejor está buscando un empleo basura". Y es la dirigente que con más frivolidad y sentido patrimonial ha manoseado el concepto de la libertad.

Si a Feijóo le va mal y Ayuso es el relevo en el PP, la cuesta será empinada para sus intereses electorales especialmente fuera de Madrid. Nada movilizaría tanto al votante de izquierdas como Ayuso en la otra papeleta de voto.

Ayuso desencandenada

Su búsqueda permanente de la relevancia y su obsesión por mejorar a Vox la llevan a decir cualquier cosa que se le ocurra o le escriban sin importarle el deterioro institucional sin parangón que va dejando a su paso o si se atraviesa en la agenda y la estrategia de su partido, algo que ocurre a diario. Lo último es la iniciativa para declarar Bien de Interés Cultural los símbolos religiosos del Valle de los Caídos, a petición de Vox, para blindarlos contra la ley de memoria democrática. El objetivo: que la cruz de 150 metros de alta sobre el risco de la nave siga coronando el parque temático icónico del franquismo. "Me encantan esas madres del hockey. ¿Sabes cuál dicen que es la diferencia entre una mamá de hockey y un pitbull? El lápiz labial", dijo Palin en una celebrada intervención en televisión. Populismo, polarización y posverdad. En España el hockey tiene un éxito relativo pero si existiera una Asociación Madrileña del Rifle, Ayuso sería su musa.

Despolitizadores que politizan la Justicia

Es de un cinismo mayor escuchar una y otra vez a los independentistas catalanes reclamar la despolitización de la Justicia mientras ellos trabajan para politizarla más y mejor. Politización, pero a medida. ¿O es que utilizar su hatillo de votos y su apoyo al Gobierno a cambio de acabar con el delito de sedición y reformar la malversación para beneficiar a sus lideres condenados y/o huidos no es una politización de la justicia? ¿no es un uso espurio del poder político para alterar las consecuencias de la aplicación del Código Penal sobre los delitos cometidos por políticos? Pues no se ocurre politización mayor. De hecho, pocas reformas tan politizadas como esta. Para los indepes el infierno siempre son los otros. Y en lo que respecta al Gobierno, que se apunte más dosis de politización de la justicia, porque acceder a reformar delitos con tanto significado político -y con nombre y apellidos- abaratando sus consecuencias y beneficiando a los líderes morales de quienes te prestan los votos no puede ser interpretado de otro modo. Debe ser que los ciudadanos no comprendemos bien de qué hablan unos y otros cuando denuncian la politización de la Justicia, aunque en realidad lo que quieren decir es sexo.

Comunistas, arrepentíos

Si usted se manifiesta contra la destrucción de la sanidad pública madrileña usted es un comunista. Si tiene dudas sobre si durante la pandemia deberían haberse abierto alegremente los bares, usted es comunista. Incluso si cree que el cambio climático es algo que hay que tomarse en serio y relativiza el rigor de la teoría de que la cosa viene desde los dinosaurios, usted puede ser tildado en un cuatro en uno: comunista, marxista, bolchevique y bolivariano.

Hubo un tiempo en el que el comunismo tuvo cierto prestigio. El prestigio de los perdedores de la guerra que, de la mano de Carrillo, fueron los que más cedieron y se apartaron de sus posiciones para contribuir a la transición. Tenían el reconocimiento de haber sido quienes combatieron la dictadura y sufrieron más la cárcel y a la persecución. No se debe confundir el reconocimiento a una formación política por su actuación durante una dictadura y la Transición con la asunción de sus esclerotizados principios políticos o económicos, fracasados por doquier en todos los confines del globo. Lo que llama la atención es la afición neofranquista, entre un Fraga cañí y el macartismo de la caza de brujas, de censar comunistas con tanta alegría. Empezó Vox y le ha seguido con impar desparpajo la presidenta de Madrid. Así se empieza. Y se acaba suspendiendo la emisión de un sello conmemorativo del centenario del nacimiento del PCE a petición del colectivo de abogados cristianos. Durante la dictadura Correos emitió 103 sellos con la efigie de Franco y otros 41 en los que aparecía el dictador en relación con "la victoria". 144 a cero. Goleada. Tengan cuidado: o conmigo o comunista. Y ojo con los sellos, que los carga el diablo.

Martillos y clavos

Los sobresaltos judiciales topan la agenda política. Algunos jueces están revisando condenas a la luz de la Ley de libertad sexual, conocida como la del sólo sí es sí y están poniendo en la calle a condenados por abusos sexuales a menores al entender los tribunales que ese delito ha quedado destipificado ya que el consentimiento de los mayores de 16 años no es delito salvo que medie violencia, intimidación o abuso. La aplicación más favorable de la regulación legal está beneficiando así a algunos condenados, aún que con la misma ley en la mano otros tribunales están decidiendo lo contrario. De momento van 14 revisiones de pena favorables a los condenados. En cambio, la Audiencia de La Rioja ha revisado 54 casos y no ha rebajado una sola pena.

Error en cadena

El asunto técnico es que ni el Consejo de Estado, ni las comisiones de Justicia de las dos cámaras, ni los plenos advirtieron de que faltaba una disposición transitoria habitual en estos casos para evitar la revisión de muchas condenas a la baja. Un error en cadena. Cuando UP planteó el texto el Ministerio que entonces dirigía Juan Carlos Campo, advirtió de las deficiencias jurídicas del texto, que lo convertían en recurrible ante el TC. Pablo Iglesias zanjó aquellas cautelas: "En las excusas técnicas hay mucho machista frustrado".

Ahora que algunos tribunales excarcelan a condenados al hilo de la ley, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha rematado: "Los jueces tienen margen, pero los estereotipos y el machismo puede llevar a que haya jueces que apliquen erróneamente la ley". La política de calidad se enfoca en resolver los problemas de los ciudadanos no en querer tener razón ni andar todo el día con la espada flamígera en la mano expulsando a los impíos de tus paraísos. La ley es importante y nació en un contexto de alarma social, pero legislar es un trabajo que requiere finura, paciencia y consensos. Las apelaciones permanentes al machismo son empobrecedoras. No se pueden resolver todos los problemas con una única estrategia: todos machistas y enemigos. Lo enunció Abraham Maslow, el psicológico norteamericano: "Cuando la única herramienta que tienes es un martillo, todo problema comienza a parecerse a un clavo". La ley es tan relevante que requiere una reforma inmediata y no andar a martillazos contra todo el mundo.

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