LA botellona que cada día de Feria se ha organizado debajo de la portada constituye el punto negro de una fiesta que ha transcurrido con normalidad y se ha vivido con ganas por los sevillanos. El aspecto que presentaba a partir de última hora de la tarde el acceso al real era deplorable con montañas de botellas vacías y bolsas de plástico por los suelos y cientos de personas ocupando las aceras. Todo ello ante la pasividad más absoluta de las autoridades locales, que prefieren hacer la vista gorda mientras dejan que se degrade uno de los principales escaparates del ciudad hacia el exterior. Cuando quisieron actuar lo hicieron tarde y mal. La suciedad ha presidido la entrada a la Feria durante toda la semana.