EL aumento de la temperatura media, que tuvo una pausa entre 1991 y 2011, vuelve a ser alarmante, ya que con las medias al alza, los episodios de intenso calor se vuelven más frecuentes, y trece de las quince mediciones históricas de calor más altas, se han dado entre la primavera de 2015 y lo que llevamos de 2016. Se nos ocurren tres comentarios sobre el particular.

El primero es puramente economicista. Las consecuencias de olas de calor sobre la producción han sido analizadas por Leoni Wenz, tomando datos de población e intercambios comerciales de 186 países. Como el mundo se ha vuelto cada vez más interdependiente, y por ejemplo la fabricación de automóviles en España depende de suministros de Asia o de Europa del Este, catástrofes naturales en unos países alteran la producción en otros. Esto es válido para la agricultura y prácticamente ya para cualquier industria o servicio, incluyendo el turismo, pues un problema eléctrico en un servidor por un golpe de calor en una población de India puede dejar en tierra un avión en Málaga; pongo este ejemplo porque nuestra dependencia de India ha aumentado en 20 veces desde 1990. La Comisión Lancet para el clima y la salud, también ha visto como el calor influye en la productividad y el crecimiento, lo que es algo que tenemos cercano en Andalucía en los meses de verano, fuera de la cobertura del aire acondicionado. El coste de mantener una temperatura confortable influye en la productividad, y en algunas empresas y comercios puede suponer hasta un 25% de los costes de alquiler o de personal.

El segundo comentario es político, pues hay una clara identificación ideológica en torno a la evidencia de que el calentamiento se debe principalmente a la acción humana. En España el conservacionismo ha sido un argumento de algunos partidos de la izquierda, mientras que las posiciones "conservadoras" paradójicamente han ignorado, negado, o ridiculizado -hasta muy recientemente- el tema. En Estados Unidos, un 5% de los votantes demócratas piensa que no existe una evidencia sólida, por un 34% de los votantes republicanos, aunque la frecuencia con que sufren la adversidad meteorológica va cambiando sus opiniones. Y el tercer comentario es sobre la fragilidad del mundo en que vivimos y de nuestra propia existencia. Los científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía -con una labor de proyección internacional que no reconocemos suficientemente- nos lo hacían evidente este fin de semana en Sierra Nevada, donde acudimos a ver el hermoso cielo estrellado y, fugazmente, algún meteorito de las Perseidas, que se desintegraba allá a lo lejos. La dinámica del universo más cercano a la Tierra lleva a que las estaciones cambien, aunque esto ocurrirá en algunos miles de años; pero conocemos mejor fenómenos como las corrientes marinas, que enfrían y calientan la superficie de la Tierra. En conclusión, hay razones económicas, oportunismo político, y conocimiento e imaginación científica, pero está claro que a la evolución natural de la Tierra se suma una intervención humana extraordinariamente poderosa, que es sin duda responsable de un cambio climático hostil y peligroso.