las claves

pilar Cernuda

Cataluña enturbia la estrategia del PSOE

Una oposición con claroscuros La Conferencia del PSOE que se celebrará en noviembre no incluye el debate sobre el futuro de Cataluña No hay renovación en el candidato a la vista

LOS responsables del partido a los que se pregunta la razón por la que la palabra Cataluña no aparezca en ninguno de los puntos del orden del día responden con la unanimidad propia de aquellos a los que se han dado instrucciones sobre qué responder: la posición del partido sobre la política autonómica a seguir se analizó semanas atrás en la reunión de Granada a la que asistieron los miembros de la dirección del PSOE y los responsables regionales. En esa declaración final se recoge todo lo relacionado con las propuestas socialistas en materia territorial. Y añaden que la agenda de la Conferencia, de la que esperan un relanzamiento del partido -necesario relanzamiento- enumera 15 puntos que incluyen las cuestiones que inquietan hoy a los españoles, desde la economía al Estado de bienestar, políticas sociales, pensiones y propuestas de creación de empleo.

Es evidente sin embargo que la llamada Declaración de Granada no convence a la totalidad del partido; existen reticencias en algunos dirigentes históricos que han expresado su incomodidad con la propuesta de basar la revisión del Estado autonómico en una reforma de la Constitución que abogue por una España federal. No hay más que recordar la discrepancia pública de José Luis Corcuera días atrás y no es difícil encontrar personas con nombre en el PSOE que tampoco están de acuerdo con el federalismo. El debate que se vive en Cataluña en torno a la independencia y la consulta ha abierto grietas en un PSOE cuyo secretario general ha dicho claramente que no acepta la independencia de Cataluña, pero no ha parado los pies a un PSC que se ha movido y se mueve en la ambigüedad y cuya última decisión, apoyar la celebración de la consulta, ha sido recibida con absoluta consternación por algunos miembros de relevancia del PSOE que piensan que ha llegado el momento de exigir al PSC que se aparte de forma categórica del independentismo que propugnan CiU y ERC. Miembros de relevancia del PSOE que no se conforman con la insistencia de Pere Navarro de asegurar que sólo aceptarían una consulta legal y que lo que defienden es el derecho de los ciudadanos de Cataluña a ser consultados. Como decía un veterano dirigente del PSOE que no es de la cuerda de Corcuera pero al que ha sonado bien lo que dijo el ex ministro de Interior sentencia así: "Cree Pere Navarro que somos idiotas cuando pretende dar a entender que la consulta de Mas no tiene nada que ver con la independencia".

"Alfredo (Pérez Rubalcaba) habla a diario con Pere Navarro y tiene perfectamente controlada la situación", afirma un estrecho colaborador del secretario general socialista. Sin embargo, reconoce que Rubalcaba se siente contrariado por el hecho de que el PSC no sea más firme en su rechazo a la independencia, pues al igual que ocurre con el veterano dirigente piensa que al respaldar la consulta no se visualiza el rechazo frontal del PSC a la estrategia independentista de Mas y Junqueras. Pero, el veterano socialista, para salvar la cara a su socio y amigo Pere Navarro, añade inmediatamente que "la culpa la tiene Rajoy por no negociar con Artur Mas y provocar de esa manera un incremento del independentismo". Suele pasar, cuando los políticos se mueven en la cuerda floja buscan un enemigo al que hacer responsable de su posición inestable o mal definida.

El problema catalán ha agravado la posición interna de Rubalcaba, aunque desde su entorno se pone el énfasis en que manejan encuestas que indican que desde hace un par de meses se advierte un incremento del voto e incluso cuentan con datos que indican que podrían ganar las elecciones europeas. Es posible: el PP sigue su caída y evidentemente eso favorece al PSOE. Pero ni siquiera así se percibe un gran entusiasmo en el PSOE por la forma en la que Rubalcaba lleva su partido. Y menos aún por su equipo. Elena Valenciano y Soraya Rodríguez se llevarían una sorpresa si conocieran el grado de crítica que provocan en algunos destacados miembros de su partido, que no están de acuerdo ni con la forma ni con el fondo con que realizan su trabajo de oposición.

Será difícil que ese malestar se advierta en la Conferencia de noviembre que organiza Ramón Jáuregui con el objetivo de analizar los asuntos que más preocupan actualmente a los españoles y presentar las propuestas que relancen el PSOE y levanten el ánimo, la ilusión y las esperanzas de los militantes.

Se ha aparcado a propósito el debate sobre las primarias porque de cara a esa Conferencia no interesa abrirlo hasta que no estén más próximas las elecciones autonómicas y municipales y, después, las generales; pero el debate está ahí y la prueba es que no hay día en el que no se escuchen reflexiones de personas solventes sobre esas primarias y los candidatos a presentarse. "Carmen se ha equivocado al marcharse a Miami, una persona que aspira a gobernar no puede poner tierra de por medio cuando hay tanto que resolver aquí", "A Patxi (López) le gustaría ser candidato a la Presidencia del Gobierno, pero no le tienta nada la secretaría general del partido", "Rubalcaba es la persona más apropiada para continuar al frente de la secretaría general, pero ahora mismo el rechazo hacia él es brutal; no sería un buen candidato al Gobierno a no ser que cambien mucho las cosas", "A Eduardo Madina le ven muy bien los jóvenes, pero todavía son pocos los españoles que le ven como un presidente de Gobierno sólido", "Necesitamos la renovación como el comer, pero ¿con quiénes? Nuestro banquillo está formado por gente que cae bien pero a la que se le ve con muy poca experiencia"… Son frases que se escuchan en las filas socialistas y que pronuncian personas de muy distinta trayectoria y procedencia.

Sólo hay un elemento de coincidencia en esas voces: Zapatero ha dejado el partido bajo mínimos y será muy difícil la remontada, sea quien sea el candidato a la Presidencia del Gobierno. Su única tabla de salvación es que tras la dureza de los ajustes, Rajoy fracase en su intento de superar la crisis.

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