Cervantes y Llorens, más vale tarde

"La noticia de que desaparece el Llorens no levantará mayores sobresaltos", escribí hace 36 años. ¡Y tanto!

05 de octubre 2018 - 02:31

El aprecio del patrimonio se mide por lo que se tarda en inscribir un edificio de incuestionable valor como BIC en el Catálogo General de Patrimonio Histórico. Por fin la Consejería de Cultura ha iniciado el procedimiento para que el Cervantes, el Llorens y el Trajano sean reconocidos. Es una buena y mala noticia. Buena porque garantiza su protección. Mala porque se ha hecho vergonzosa y escandalosamente tarde. Tanto que por el camino, por no considerarse los teatros y cines elementos arquitectónicos y culturales dignos de ser protegidos, hemos perdido todas las salas -y cuando escribo todas quiero decir todas- menos el Cervantes, única en uso; el Llorens, actualmente cerrado tras haber sido tienda de tejidos y salón de maquinitas recreativas; el Trajano, caso distinto porque su interés reside más en el conjunto del edificio que en la sala; el Imperial, actualmente convertido en librería; y el Pathè, que sobrevive como teatro Quintero. De ellos, además del Cervantes afortunadamente vivo, solo podrían recuperarse el Llorens -tras un importante proceso de restauración- y el Imperial. El Pathè original modernista fue destrozado para "modernizarlo" en los terribles 70. Así que cuando el Séptimo de Caballería de la Junta llegó ya solo había dos supervivientes y dos agonizantes. Es lo que pasa cuando el auxilio llega tarde.

Y no será porque algunos -pocos- no habíamos pedido socorro. Me asombra leer que la protección del Cervantes, el Llorens y el Trajano se ha priorizado gracias a la iniciativa del Ayuntamiento y a las numerosas solicitudes ciudadanas que han facilitado información y documentación. ¿Todo esto ha hecho falta para que la Junta se enterase de su valor? Pues ya ha tardado la criatura. Perdonen que hable de mí pero el 21 de abril de 1982 un servidor, pocos días después del cierre del Llorens, publicó en Abc el primero de los muchos artículos que después seguí escribiendo en El País y este Diario de Sevilla nuestro desde su fundación pidiendo su protección y denunciando la pérdida de teatros y cines. "Imagino -escribí hace 36 años- que en una ciudad alegre y confiada como ésta, que tranquilamente se ha dejado deformar su fisonomía urbana durante estos años casi sin un gesto y una protesta, la noticia de que desaparece el Llorens no levantará mayores sobresaltos…". ¡Y tanto que no los levantó! Como que se ha tardado 36 años en inscribirlo como BIC.

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