Visto y Oído

Antonio / Sempere

Clásicos

EN las habitaciones del palacio de la Magdalena donde se alojan los invitados a los cursos de verano de la UIMP de Santander sigue sin haber televisiones. Eso, antes de internet, era un verdadero trastorno que se ha paliado desde que las cadenas emiten su señal por 'streaming' (a ver, ¿se dice así?). Estaba viendo el jueves La 1 de mis amores cuando, apenas Raúl Alda iba a realizar la excelsa presentación de El apartamento de Billy Wylder, se cortó la señal. Ya se sabe. Hasta ahí no llegan los derechos.

Entonces se me ocurrió, sin moverme de mi pantalla, saltar al Youtube para ver el coloquio que José Luis Garci dedicó a esta maravilla. Así mataba dos pájaros de un tiro. Continuaba en el espíritu de Wylder y repasaba uno de mis clásicos televisivos. Dicho y hecho. Bastó una búsqueda y ahí estaba: el programa número 300 de Qué grande es el cine, que se emitió a primeros de abril de 2002. Dándose la circunstancia de que el director había fallecido entre el día en que se grabó el coloquio y el día en que se emitió. Por eso un rótulo advirtió a los espectadores que debido a las fiestas de Semana Santa el programa se había grabado con anterioridad, y no se mencionaba el óbito. Aunque fuese en sí mismo un grandísimo homenaje.

Ahí estaba Garci acompañado por Eduardo Torres-Dulce, Juan Cobos y Javier Rioyo dándolo todo. Choca hoy ver al presentador fuma que te fuma. Y choca saberle pertrechado por ese tomo abierto a modo de anuario, repasando las efemérides del año a comentar, en lugar de hacerlo frente a una pantalla. El próximo septiembre la UIMP de Santander entregará su Medalla de Oro a José Luis Garci. Su pedagogía del cine fue apropiada por Telemadrid. Nos la merecemos todos.

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