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¿Colegios de la Abogacía?

Es el Despotismo Ilustrado con perspectiva de género: todo para ellas, pero, a ser posible, sin ellas

El feminismo de última generación se ha empeñado en cambiar los nombres de los Colegios de Abogados. Aunque se ha llevado un par de revolcones en forma de rechazo a las modificaciones propuestas, su gran baza propagandística es el Colegio de Madrid, que ha aprobado la medida con el voto favorable de 2.500 miembros de un total de 75.000 censados.

El primer Colegio andaluz en plantear el cambio de denominación ha sido el de Granada, cuya Junta de Gobierno ha convocado un referéndum que se celebrará mañana martes y en el que el colectivo deberá contestar a la siguiente pregunta: "¿Desea que la actual denominación de Ilustre Colegio de Abogados de Granada cambie a la de Ilustre Colegio de la Abogacía de Granada?". Si no estoy equivocado, no se exigirá quórum ni una mayoría reforzada. Es decir, que se podrá cambiar un nombre con 300 años de antigüedad con el voto de cuatro gatos.

La iniciativa surgió del Grupo de Violencia de Género, cuya presidenta, para demostrar que el masculino genérico invisibiliza a las mujeres, ha publicado recientemente una carta en la web colegial en donde lo utiliza -oh, sorpresa- hasta en doce ocasiones. Me dicen, además, que la letrada no era partidaria de someter la cuestión al voto de los colegiados (¿debería decir colegiación?), porque, al parecer, es el suyo un feminismo paternalista -bonita paradoja- y desconfía de la capacidad de las abogadas de tomar las decisiones correctas por sí mismas. A las mujeres, aunque estén en posesión de un título universitario y tengan una excelente preparación jurídica, hay que pastorearlas, porque si no, como el pequeño Froilán, ejemplo del peor heteropatriarcado, son capaces de pegarse un tiro en el pie. Es el Despotismo Ilustrado con perspectiva de género: todo para ellas, pero, a ser posible, sin ellas.

Así que los caminos de la igualdad y del progreso pasan inexorablemente porque el Colegio de Aparejadores se acabe llamando Colegio del Aparejo y la Sociedad General de Autores, Sociedad General de la Autoría, como si fuese una hermandad de malhechores.

La abogada Linares no se siente representada, como mujer, por una institución tricentenaria que se autodenomina "de abogados". Aunque fueran miembros de la misma quienes defendieron en la Real Chancillería a Mariana Pineda y pidieron en los tribunales la condena del asesino de Ana Orantes.

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