Tropecientos mil lujosos hoteles de nueva construcción y millares de pisos turísticos mediante el subidón de la renta con la que exiliar al inquilino allende el municipio corren peligro. Mientras se levantan hoteles y se acondicionan pisos para acoger guiris ha aparecido un virus que tiene con la guardia alta al mundo. El coronavirus y la madre que lo parió tienen tan acojonados al personal que los movimientos migratorios están sufriendo un parón de órdago a la grande. Aquella burbuja inmobiliaria que estalló y llenó las ciudades de edificios inacabados, con sus esqueletos al aire de una danza macabra, ha encontrado un digno sucesor en el coronavirus. Y este bichito del que unos proclaman su inocuidad y otros alertan de la falta de vacuna que lo combata puede ser el motivo para que dos sevillanos que se tropiezan por Tetuán no se sorprendan de encontrarse.
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