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Corpus en Sevilla

Qué verdad es que pasa el Corpus y pasa Sevilla. Una ciudad representada en sus estamentos civil y religioso

La Fiesta Grande de Sevilla, como en su día la definió el profesor Vicente Lleó, el Corpus Christi, tras años de decadencia resurgió para volver a ser una fecha importante en el calendario de la ciudad. Atrás quedaron aquellos pasos desvencijados a los que apenas si se les quitaba el polvo unas horas antes de salir y aquellas ruedas que los transportaban empujados por amiguetes del barrio que solo ocultaban su espalda entre los faldones traseros.

Eran tiempos en los que el turismo catedralicio era escaso y el cabildo mostraba sus carencias económicas. Limitaciones que afectaban a toda la catedral, muchas de cuyas capillas servían de almacén y en cuyas bóvedas y cubiertas se mostraba el más absoluto abandono. A mediados de los ochenta, recuerdo subir al último cuerpo de la giralda, escalar hasta el giraldillo, pasear por las cubiertas sorteando losas sueltas apoyándome en paredes con serios riegos de desprendimiento. Nunca mejor dicho aquello de que no pasó nada porque Dios no quiso.

Las hermandades de Sevilla también han contribuido a dar lustre a la festividad, sobre todo en la víspera con el montaje de altares a lo largo del recorrido. La vuelta a la tradición de adornar escaparates y fachadas, así como los conciertos en la calle han conseguido recuperar ese ambiente festivo que luce ahora en todo su esplendor. Esa tarde-noche Sevilla parece un pueblo. Víspera festiva en la que los sevillanos hacemos uso de la memoria y recordamos aquellos Corpus de nuestra infancia en los que la tropa hacía escolta a lo largo del recorrido y las calles se inundaban de olor a romero.

Aquella mañana nos enterábamos de que, además de las de penitencia que salían en Semana Santa y algunas de gloria que lo hacían en el mes de mayo, existían muchas más hermandades y asociaciones que eran desconocidas para la mayoría. Los frailes vestían su hábito y las asociaciones sus escapularios. Los Niños Tarsicios, con sus espaldas encorvadas por la edad y sus manitas juntas al pecho, como si fuesen eso, niños. Qué verdad es que pasa el Corpus y pasa Sevilla. Una ciudad representada en sus estamentos civil y religioso. Ayuntamiento, Reales Academias, Colegios Profesionales, Universidades, Poder Judicial, Ejército, Diputación, órdenes religiosas, cabildo catedral… y junto a ellos los santos de la ciudad y la custodia de Arfe. Pasa Sevilla, aunque algunos miren para otro lado.

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