El Corral de la Pacheca

Editor de la 'Revista Mercurio'

El solar patrio anda convertido en aquel viejo Corral de la Pacheca de Madrid. Todo es jaleo de copla y cante y, en suma, todo es jolgorio typical spanish. Los que fuimos niños en los 70 recordamos el programa Cantares de Lauren Postigo, bautizado luego como Lauren Castigo, y que se emitía desde aquel espacio corralero. Cantares, igual que aquel programa Raíces sobre aburridísimas costumbres españolas, formó parte de nuestra gran colección de traumas personales. Hoy por hoy los recordamos con indulgencia y cariño de cincuentones bajo la luz del atardecer. El caso es que el tiempo se nos echó encima cuando el otro día escuchamos decir a un cristiano viejo en un bar que "España era el Corral de la Pacheca". La selecta clientela de aire casinario veía en la tele el minuto y resultado politiquero de España. O sea, todo lo que va de la tóxica huerta murciana a los vaivenes en Castilla y León y al 4-M en Madrid, con esa batalla de la que hablan entre la dominatrix Ayuso, musa de la hostelería, y Pablo Iglesias, con su boñiga de samurái chungo en la cabeza y su rostro desagradablemente ceñudo.

También aquí, en Andalucía, tenemos nuestra cuota corralera. En el PP de Sevilla la tal Virginia Pérez y el tal Juan Ávila han andado a la gresca por el control provincial del partido (del segundo se sabe que llamó "golfos" y "sinvergüenzas" a la candidatura rival encabezada por Pérez). Moreno Bonilla, Juanma el Hermoso, ha apostado por Ávila como quien antaño apostaba a caballo perdedor en las coloridas carreras de caballos de Pineda. Por su parte, el "peronismo rociero" de Susana Díaz -recordemos la feliz expresión de Carlos Mármol- se ve cada vez más acosado. El alcalde Juan Espadas se mira ahora en la intimidad como postulante a futuro presidente de la Junta. Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, vicepresidente primero en el Congreso, ha dicho que Espadas es "el mejor activo del PSOE andaluz". Pero lo que nos ha dado más seguridad y esperanza es saber que también lo ha tildado de "gran persona" y de "buena gente". ¿Ha querido decir por lo bajini que la peronista Susana es poco menos que perversa y maniobrera? Sea como sea se ve que ser "buena gente" es un claro indicio de capacidad de gestión y de brillantez curricular. La verdad es que los días corraleros nos confunden tanto o más que la nueva masculinidad sobre la que algunos repensamos en soledad en estos tiempos híbridos e inciertos. Uno no sabe ya si esta España nos divierte o nos repele. Depende del día, de la hora y, por supuesto, del minuto y resultado.

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