josé Manuel Ramírez Mora

El Defensor no tiene quien le escriba

ESCRIBO en la terraza de El Cairo estas líneas, aun a riesgo de que alguien me acuse de vago. Veo a don José Chamizo encarar una de sus últimas jornadas de trabajo, de sus semanas de trabajo que no han sabido de domingos, ni de fiestas de guardar. Ni de horarios. Ni de mirar temeroso los charcos que pisaba, por entender su tarea con la sencillez de un hombre del sur. Todo lo que ha entendido el sacerdote gaditano que tenía que hacer, no era otra cosa que defender al pueblo andaluz.

Y no es que yo suscriba la tesis sobre su actuación, elaborada en los idus de su renovación, apuntando a que se extralimitó en el ejercicio de sus competencias. Una última prueba, que tampoco superó, para comprobar si las ganas de seguir en Reyes Católicos le podían callar. Lo que suscribo es que su voz senequiana jamás descansó en el perchero de las excusas competenciales, ni en otros burladeros de forma, para no encarar conflicto.

Las reflexiones sencillas, como entender que el Defensor del Pueblo Andaluz tiene por misión fundamental defender al pueblo, son tan acertadas como errados los análisis y tácticas simplistas. Y a esta paradoja hemos asistido en su relevo.

Me parece simple que el PSOE andaluz haya buscado como estrategia no renovarle por ser voz crítica con el poder mal ejercido. Usando como táctica el río revuelto que dirige el PP andaluz, que por boca de Rojas ha dado carta de naturaleza a los instintos personales del adjunto defenestrado, unido a la falta de regate de IU, que presenta el mayor número de decepcionados entre sus votantes.

Las consecuencias de la decisión no son otras que terminar con la figura que hace patente la utilidad de la institución autonómica de los Defensores, y con quien ejerce una función pública que sabe y quiere seguir ejerciendo; sin que en más de década y media haya sucumbido a las tentaciones del poder. No sobran instituciones de control, sobran entes de consulta sin cometido, administraciones sin función y subyugados comités "independientes". Faltan hombres y mujeres inmunes a las enfermedades del poder.

Un defensor autonómico sirve para alzar la voz si las leyes autonómicas son ciegas al drama personal. Sirve para enfrentar la extralimitación del poder público. Sirve para que el poder y los poderosos escuchen durante 16 años al hombre justo, que dirían las leyes americanas, o al hombre de respeto, que dirían las leyes romanís. Pero es que Pepe Chamizo además conseguía que atendieran su petición, y ahora nos hemos quedado sin él y sin su equipo, que logró hacer un enorme trabajo de conjunto.

Justo ahora. Cuando "los políticos" han alcanzado el número tres en el hit parade de los problemas ciudadanos, y es imprescindible que nos defiendan del poder de las finanzas, del poder de los poderosos, y que ellos recuperen poder. Ahora que los troncos de las familias en paro se apilan en la hoguera de la desesperanza, y los gamberros con latas de gasolina en las manos, y delirio en la sesera, buscan arrojar cerillas encendidas. Ahora que las quejas en lugar de llegar a Reyes Católicos y encontrar atención, entendimiento y solución, pueden desfondar el saco roto, porque todos observaron cómo se silencia al que se atrevió a levantar la voz en defensa de los don nadies de Andalucía, o de los don alguien que tuvieron una razón justa que defender.

Si nos falta sencillez, pecaremos de simples y perjudicaremos lo que decimos defender, por justificar nuestros límites. Que nos libre el tiempo de la simpleza de los hombres y las mujeres con necesidad de justificarse. Que no vivamos el tiempo en el que todos pierden la fe y lamentemos, en ese incierto presente, que el Defensor no tiene quien le escriba.

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