Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Directores

CHAVES tiene faena audiovisual en estas primeras semanas de nuevo gobierno. Tienen que conceder ya las licencias locales, y dos autonómicas, de la TDT, que se van a hacer públicas con un mínimo de cinco meses de retraso respecto al tope que marca la normativa del nuevo panorama televisivo. Pero lo que se presenta aún más complicado es el nombramiento de un nuevo (o el mismo) director general para la RTVA. Si las emisoras locales están preocupadas, el ente público está casi paralizado, mirando de reojo. La nueva ley andaluza obliga a que este cargo debe ser consesuado entre las fuerzas políticas. Si Zapatero accedió a hacerlo en RTVE, Chaves no se puede quedar atrás.

El PP recela más de Camacho que los niños de El internado de un cuarto oscuro o Arguiñano de un sanjacobo congelado. Ya lo demostraron en la campaña electoral con las denuncias sobre el trato en los informativos (denuncias que, no obstante, fueron desestimadas). El actual director general, que aspira también a otras metas, muestra sus datos de audiencia y unas cifras económicas que, pese a algunos desmanes, son vistos con complacencia desde San Telmo. Pero los deseos del ya vicepresidente Zarrías se inclinan más hacia una mujer, sello de la casa, con un pasado limpio de complicaciones. Desde el PP han creado una batería de nombres con diverso voltaje de simpatía hacia Arenas para hallar un consenso que les permitiera salir beneficiados tanto en primera instancia como a largo plazo. El PSOE siempre tendrá la salida de romper la baraja en caso de que los populares se pusieran exigentes. En fin, que ahora mismo el futuro de la RTVA pasa por un tablero que ni siquiera se ha sacado de la caja. Hasta que por lo menos se muevan las primeras fichas todo el mundo contiene la respiración. Menos Camacho, que por ahora respira tranquilo.

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