Trinidad Perdiguero

Educación, la persistencia de la caracola

La ola de la demanda de escolarización amenaza ahora con desbordar a centros de Secundaria

11 de diciembre 2019 - 02:31

Demasiadas veces, cuando en un periódico uno se dedica a cubrir durante años un mismo tema o los temas que afectan a un mismo territorio -lo habitual en un diario local-, tiene la sensación de déjà vu: la percepción de haber vivido ya algo que, objetivamente, está pasando por primera vez.

Ocurre ahora con las advertencias y denuncias de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos y de algunos ayuntamientos sobre la falta de plazas en Enseñanza Secundaria, que desde hace unos años está obligando a instalar caracolas -esos "preindustrializados", como se empeñó en que los llamáramos una delegada de Educación de la Junta para evitar connotaciones negativas- en los institutos y que irán al alza.

Los territorios son conocidos: esos pueblos del entorno de la capital, que tenían término para crecer y en los que el número de menores de edad explotó en pocos años como consecuencia de la construcción de viviendas -Tomares, Palomares, Gelves, Bollullos, Espartinas, Dos Hermanas y otros de la Ruta de la Plata- a las que se trasladaban familias jóvenes que tenían hijos y demandaban servicios que no se habían previsto o dependían de inversiones públicas con ritmos diferentes y siempre farragosos.

A mediados de la pasada década, había más de una treintena de colegios de Infantil y Primaria con prefabricados, en los que estudiaban casi 4.000 niños. Algunos se tenían que colocar con prisas, por el inicio del curso. Pese a que en confort y funcionalidad no tuvieran que envidiar a las clases de algunos viejos colegios, privaban de un espacio que debía estar destinado a otras funciones o al esparcimiento. Las circunstancias obligaron a priorizar en los años siguientes las inversiones en construcción y ampliación de centros.

Lo que pasa ahora con la Secundaria no es más que la lógica de la demografía. Se sabía que iba a ocurrir. Porque los niños crecen y la ola de la demanda de escolarización avanza hacia la Secundaria, a la que amenaza con desbordar igualmente. Mientras, como consecuencia de la caída de la natalidad y la moderación del crecimiento poblacional, hay aulas de Infantil y Primaria que quedan más vacías y hasta se plantea la supresión de líneas.

Es una lástima que la experiencia -la que provoca el déjà vu que deben tener también muchos técnicos de la Junta- no haya servido para tener más previsión. Leo que el consejero de Educación, Javier Imbroda, se plantea la reunificación de las etapas de Educación Primaria y Secundaria, volver al itinerario único en todo el ciclo se enseñanzas obligatorias. Teniendo en cuenta todo esto, ¿no sería el momento para pensar en soluciones de escolarización a largo plazo, lo suficientemente flexibles y eficaces en todas las etapas para adaptarse la demanda y a las fluctuaciones que se puedan dar?. Ello permitiría a las Ampa -cuya persistencia parece que molesta en algunos casos al consejero- a centrarse en otros problemas y a las autoridades educativas, a hacerlo en la calidad de los contenidos y en la adaptación de los métodos para que sirvan realmente de cara los grandes desafíos que esos chicos de las caracolas tienen por delante.

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